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Voto de Isaac Paskual:
7
Drama. Comedia Roberto (José Mota) es un publicista en paro que alcanzó el éxito cuando se le ocurrió un famoso eslogan: "Coca-Cola, la chispa de la vida". Ahora es un hombre desesperado que, intentando recordar los días felices, regresa al hotel donde pasó la luna de miel con su mujer (Salma Hayek). Sin embargo, en lugar del hotel, lo que encuentra es un museo levantado en torno al teatro romano de la ciudad. Mientras pasea por las ruinas, sufre un ... [+]
31 de mayo de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Resulta verdaderamente escalofriante, y hasta desconcertante, revisar muchas de aquellas películas españolas que surgieron fruto de la crisis económica, aunque fuese de refilón, para comprobar con estupor como parecen clarividentes piezas que vaticinan la que se nos viene encima cuando pase, si es que pasa, la crisis del Coronavirus. "La chispa de la vida" es una de ellas.
Álex de la Iglesia ya tanteó los prolegómenos de un virus en la estupenda "El bar" (2017), y aquí merodea, a grandes rasgos ya que ese no es el tema central de la cinta, las postrimerías del ataque de dicho virus. En fin, no se si es que el cineasta bilbaíno es un visionario o es que la sociedad española olvida demasiado rápido. Y ya saben, quien olvida pronto su historia…
Roberto, un publicista en paro que antaño tocó el cielo pero que ahora vive en el infierno, sufre un accidente. Ahora yace inmóvil en mitad de un anfiteatro romano reconvertido en museo, con un hierro clavado en la cabeza, y con su vida pendiendo de un hilo. Es entonces cuando Roberto decide coger el toro por los cuernos, aprovechándose del circo mediático que se monta a su alrededor. Un variopinto muestrario de aves de rapiña se ciernen entonces sobre nuestro protagonista, poniendo en riesgo su integridad y en tela de juicio la más que dudosa moralidad de un ser humano entregado en cuerpo y alma al culto de ese falso ídolo llamado telebasura. Así radiografía Álex de la Iglesia, con más tino del que aparenta pero con menos mala leche de la que le caracteriza, todo lo que gira entorno al submundo mediático de la caja tonta, ya sea en su vertiente social o política. Erigiéndose todo ello como lupa que intenta desentrañar si queda algún atisbo de humanidad entre nosotros.
"La chispa de la vida" está llena a rebosar de simbolismo. Alguno más sutil, otro menos, pero llena a rebosar. Esa barra de metal que lobotomiza a Roberto cual ventrílocuo con su muñeco como ejemplo de esas efigies que nos guían, o esa escalera mecánica que escupe a Roberto hacia su desafortunado destino como representación de la dura lucha a contracorriente que es el día a día. Estas cositas engrandecen el film.
Resulta difícil encontrar una película de Álex de la Iglesia no escrita por él mismo, y más raro aún encontrar una en la que Jorge Guerricaechevarría no sea su partenaire en esas labores. "La chispa de la vida" es la obra que reúne ambos requisitos. Y no pienso negar que he echado de menos, si no a los dos, si como poco a uno. Al texto le falta esa rabia innata en el cine de Álex de la Iglesia.
En definitiva, me encanta "La chispa de la vida". Y denle vueltas a esta cuestión: ¿vale más un ser humano vivo o muerto?…
Isaac Paskual
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