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Voto de LigeiaMurray:
10
7,6
89.529
Terror. Romance. Fantástico
En el año 1890, el joven abogado Jonathan Harker viaja a un castillo perdido de Transilvania, donde conoce al conde Drácula, que en 1462 perdió a su amor, Elisabeta. El conde, fascinado por una fotografía de Mina Murray, la novia de Harker, que le recuerda a su Elisabeta, viaja hasta Londres "cruzando océanos de tiempo" para conocerla. Ya en Inglaterra, intenta conquistar y seducir a Lucy, la mejor amiga de Mina. (FILMAFFINITY)
8 de agosto de 2016
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me temo que si esta película no tiene una puntuación más alta es debido a que muchos la votarán en relación al título; es decir, al "Drácula de Bram Stoker" y buscarán la representación más fidedigna de la novela posible. Ese es el único motivo que concibo posible por el que alguien mínimamente informado en materia pueda despreciar una película que, a todas luces, es impecable.
En cuanto al título, en defensa de la película debo decir que en relación a lo que se ha hecho y se había hecho en el 92, es una de las películas más fieles a la novela, aunque no la que más. Asumiendo las licencias que se tomaron como el nuevo look de Drácula, alejado del Nosferatu, que era el que Stoker dibujó en su novela, y, por supuesto, la vertiente más romántica de este nuevo Drácula enamorado que cruza océanos de tiempo para recuperar a su amada. Pero este Drácula enamorado, la relación de amor, no se la ha inventado Coppola, ni tampoco el cine, ya se insinúa en la novela de Stoker, en una escena, concretamente, en la que los "hombres valientes" encuentran a Mina y a Drácula en la alcoba de Mina, pues bien, esa elipsis que tan bien ha aprovechado el cine e incluso el sobrino biznieto de Stoker, Dacre Stoker, que en su secuela nos revela que Drácula y Mina hicieron el amor, es el punto de partida de la legendaria relación romántica. Coppola no se inventó nada, se limitó a rellenar los huecos que la novela le ofrecía con creces, se documentó y relacionó mucho más estrechamente que Stoker la figura de Vlad III y Drácula, el monstruo se humanizó un poco más al ser un "muerto enamorado" y el Romanticismo decimonónico asumió unas dimensiones absolutas en el filme. Al fin y al cabo es, por supuesto, un Drácula de Bram Stoker, pero un Drácula que muestra la cara reversa, es decir, la documentación de la que Stoker se sirvió para su película y que no plasmó en la novela de forma directa, pero que estaba, un Drácula que rellena esa elipsis de la novela y le da una continuación, apenas insinuada en el libro. Parte de Stoker, por supuesto, de hecho, todo el equipo, Coppola y actores, leyeron juntos en voz alta la novela y trataron de sacarle lo máximo posible, y ese es el resultado, un Drácula que parte del libro pero que bebe de una tradición que había enriquecido la leyenda, un Drácula que en absoluto se aleja del Romanticismo y de la ambientación gótica de la novela original, sino que más bien, le da una dimensión absolutamente real, plástica y deliciosa. La película es una maravilla para los sentidos, un cuadro tras otro de infinita belleza. Los actores, magníficos, la ambientación, inmejorable, y ¡qué decir de la banda sonora! Wojciech Kilar compuso otra obra maestra. Es mi película favorita, me robó el corazón hace muchísimos años y dudo que algún día otra la destrone.
En cuanto al título, en defensa de la película debo decir que en relación a lo que se ha hecho y se había hecho en el 92, es una de las películas más fieles a la novela, aunque no la que más. Asumiendo las licencias que se tomaron como el nuevo look de Drácula, alejado del Nosferatu, que era el que Stoker dibujó en su novela, y, por supuesto, la vertiente más romántica de este nuevo Drácula enamorado que cruza océanos de tiempo para recuperar a su amada. Pero este Drácula enamorado, la relación de amor, no se la ha inventado Coppola, ni tampoco el cine, ya se insinúa en la novela de Stoker, en una escena, concretamente, en la que los "hombres valientes" encuentran a Mina y a Drácula en la alcoba de Mina, pues bien, esa elipsis que tan bien ha aprovechado el cine e incluso el sobrino biznieto de Stoker, Dacre Stoker, que en su secuela nos revela que Drácula y Mina hicieron el amor, es el punto de partida de la legendaria relación romántica. Coppola no se inventó nada, se limitó a rellenar los huecos que la novela le ofrecía con creces, se documentó y relacionó mucho más estrechamente que Stoker la figura de Vlad III y Drácula, el monstruo se humanizó un poco más al ser un "muerto enamorado" y el Romanticismo decimonónico asumió unas dimensiones absolutas en el filme. Al fin y al cabo es, por supuesto, un Drácula de Bram Stoker, pero un Drácula que muestra la cara reversa, es decir, la documentación de la que Stoker se sirvió para su película y que no plasmó en la novela de forma directa, pero que estaba, un Drácula que rellena esa elipsis de la novela y le da una continuación, apenas insinuada en el libro. Parte de Stoker, por supuesto, de hecho, todo el equipo, Coppola y actores, leyeron juntos en voz alta la novela y trataron de sacarle lo máximo posible, y ese es el resultado, un Drácula que parte del libro pero que bebe de una tradición que había enriquecido la leyenda, un Drácula que en absoluto se aleja del Romanticismo y de la ambientación gótica de la novela original, sino que más bien, le da una dimensión absolutamente real, plástica y deliciosa. La película es una maravilla para los sentidos, un cuadro tras otro de infinita belleza. Los actores, magníficos, la ambientación, inmejorable, y ¡qué decir de la banda sonora! Wojciech Kilar compuso otra obra maestra. Es mi película favorita, me robó el corazón hace muchísimos años y dudo que algún día otra la destrone.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Y en cuanto a la humanización tan criticada del monstruo, lo único que hizo Coppola y que tampoco tenía nada de nuevo, aunque sin duda es el que lo ha hecho mejor, ha sido dotar de mayor complejidad al personaje, cargarle con el peso de la consciencia que el amor ha despertado en él, convertirlo en un ser atormentado, aunque monstruoso e infame, enamorado y al final, arrepentido, que vuelve su mirada a Dios y pide la paz y la redención. Bela Lugosi ya se quejaba de la eternidad y muchos Dráculas antes del de Coppola estuvieron enamorados, bien de Lucy o bien de Mina. Así que Drácula de Bram Stoker no es solo una adaptación libre de la novela, es también una visión, una perspectiva propia y extremadamente hermosa que sintetiza una larga tradición, una larga leyenda que había estado viva y cambiante a lo largo de los años.