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Voto de Ford Farleine:
5
4 de diciembre de 2018
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Hay sucesos reales que superan a la ficción de las mentes más calenturientas, ciertamente y el secuestro del dueño de la marca de cervezas Heineken es uno de ellos. Este suceso ocurrido en la década de los 80 era carne de película y así ha terminado siendo, pero lo que era difícilmente imaginable es que algo tan traumático y a la vez tan interesante acabase siendo semejante tostón y semejante aburrimiento
De thriller tiene poco, la verdad, porque la emoción no se ve por ningún lado y de drama humano tampoco es que tenga demasiado, que digamos, a pesar de los denodados esfuerzos del director para que empaticemos con los secuestradores. Se notan demasiado las ganas que tiene el directo para representar a la víctima como a un cabrón cerdo capitalista y a los secuestradores como personas que se han visto abocadas al crimen, intentando escapar de una realidad que los oprime y los aliena. Un fallo garrafal que tiene el film, a mi forma de ver, de un director no demasiado talentoso como se vio en la saga Millenium.
Del reparto tampoco se puede destacar gran cosa: el otrora grandísimo Anthony Hopkins se ha acostumbrado a hacer papeles que no valen un duro. Ha pasado de ser una garantía de calidad en las películas a ser casi un lastre por sus ganas de engordar la billetera; la carrera de Sam Worthington ha caído en picado a la espera de que las secuelas de Avatar lo saquen del ostracismo en que se encuentra y John Sturgess ha hecho buenas películas pero yo ya las confundo porque no distingo muy bien su careto de no saber por dónde le vienen los palos.
En definitiva, una película muy aburrida
De thriller tiene poco, la verdad, porque la emoción no se ve por ningún lado y de drama humano tampoco es que tenga demasiado, que digamos, a pesar de los denodados esfuerzos del director para que empaticemos con los secuestradores. Se notan demasiado las ganas que tiene el directo para representar a la víctima como a un cabrón cerdo capitalista y a los secuestradores como personas que se han visto abocadas al crimen, intentando escapar de una realidad que los oprime y los aliena. Un fallo garrafal que tiene el film, a mi forma de ver, de un director no demasiado talentoso como se vio en la saga Millenium.
Del reparto tampoco se puede destacar gran cosa: el otrora grandísimo Anthony Hopkins se ha acostumbrado a hacer papeles que no valen un duro. Ha pasado de ser una garantía de calidad en las películas a ser casi un lastre por sus ganas de engordar la billetera; la carrera de Sam Worthington ha caído en picado a la espera de que las secuelas de Avatar lo saquen del ostracismo en que se encuentra y John Sturgess ha hecho buenas películas pero yo ya las confundo porque no distingo muy bien su careto de no saber por dónde le vienen los palos.
En definitiva, una película muy aburrida