Tras varias salidas de nombres del proyecto, Marvel estrena en cines al héroe más "pequeño" de la factoría que viene a confirmar la buena forma creativa de la productora pero que se convierte en un título de trascendencia menor en comparación a los anteriores filmes de héroes marvelitas.

El filme no llega a abrazar la comedia e irreverencia que insuflan vida a parte del metraje y otorga ingenio a un conjunto que puede resultar poco atractivo al ser formalmente repetitiva con la mayoría de títulos de superhéroes. Aún así, igual que hizo Guardianes de la Galaxia el año pasado, rompe con la epicidad imperante en el género y otorga momentos incluso desternillantes siendo de agradecer estos cambios tonales.

Esa dirección tomada por el filme convierte a Paul Rudd en la mejor elección posible para encarnar al diminuto superhéroe, siendo uno de los actores más memorables de la comedia actual y que aporta el carisma necesario a un superhéroe bastante "normal" en comparación a personalidades como Iron Man o el Capitán América.

Marvel firma lo que podríamos llamar una entretenida obra menor, que deja momentos de ingenio pero que no abraza lo suficiente la irreverencia y comedia que la propuesta en su origen parece abrazar. De todos modos, damos la bienvenida a otra franquicia más y a un personaje que seguramente aparecerá en próximas entregas vengadoras.