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Voto de Francisco Javier Millan:
8
Intriga. Drama Una gran empresa multinacional se ve sacudida por el suicidio de tres de sus empleados. Sofía Cuevas (Maribel Verdú), alto cargo de la compañía, es la encargada de realizar un informe interno para esclarecer los hechos. A traves de sus entrevistas con los empleados irá descubriendo abusos de poder, mentiras y la existencia de un ambiente laboral enfermizo. (FILMAFFINITY)
10 de mayo de 2016
14 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
La opera prima de David Cánovas contiene una de las frases más lúcidas, heredada probablemente de la obra de teatro, que se haya visto en la pantalla grande en los últimos años: “Ningún trabajo merece la pena para que te dejes la vida”.
Desde que se inició esta locura llamada crisis, hemos podido descubrir las diferentes caras de un problema, que no solo se basa en temas económicos, sino también en una realidad social donde impera el más fuerte, en contraprosición de los valores morales y emocionales. Ahora (y siempre) lo que más prima es la productividad por encima de la integridad de los seres humanos atados, en algunos casos, a insolentes hipotecas (auto impuestas la mayoría) y, por lo tanto, encadenados a puestos laborales en los que la motivación es un factor inexistente.
En una de las primeras escenas del film, vemos a su protagonista revisando una serie de valoraciones psicológicas de tres casos de suicidio de unos empleados, a priori, estresados por la presión laboral. Es probablemente un momento que pasa desapercibido dentro de la trama pero, en el fondo, es absolutamente terrorífico. Muchas de las empresas y grandes corporaciones, siguiendo una serie de modelos a la “europea”, han implantado en los departamentos de recursos humanos unas prácticas que buscan horadar la parte interior de sus individuos. Ahora siguiendo estas pautas, el bajo rendimiento de algunos se debe, según ellos, a mentes emocionalmente inestables y poco predispuestas a la presión laboral. Es decir, los que se dejan llevar por los sentimientos y por todo lo intrínseco a nuestra humanidad son apartados, excluidos y presionados hasta límites que se podrían considerar delictivos.
Basar el movimiento empresarial en los objetivos es un grave error, al igual que transitar solo y exclusivamente en clave económica. Pero es la pescadilla que se muerde la cola, en un mundo donde los empleados necesitan dinero para pagar sus deudas, aun a sabiendas de estar esclavizados en dicha estructura.
El visionado de esta película provocará, en más de uno, remover pasadas y presentes experiencias y, en función de las mismas, saldremos de la sala con una actitud más o menos cabreada. No creo que deje indiferente a nadie, aunque tampoco, en ningún momento, persigue cambiar el sistema. Aún así invita a la reflexión de la frase inicial, completada con la idea “de venderse demasiado barato, terminando vendiendo también a los demás”. Una afirmación que ha venido resonando en mi cabeza con inusitada fuerza tras la proyección.
Soy consciente de que no existe el trabajo perfecto, pero sí que tengo claro que, a partir de ahora, me tomaré las cosas con mucha más calma.
Cánovas ofrece esto y mucho más en un film ejemplarmente interpretado por una serie de actores, especialmente Maribel Verdú, Fernando Cayo y Carmelo Gómez, cuyas interpretaciones son producto de un ejercicio actoral de primer orden. Verlos en pantalla es una absoluta delicia.
Francisco Javier Millan
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