Interesante continuación de "Múltiple" por la original vuelta de tuerca que nos ofrece en el guión pero a mi juicio estando un escalón por debajo de su antecesora por varios motivos:

- Pierde en cierto modo la esencia por la que destacó su anterior película. El personaje que interpreta MacAvoy, a pesar de que el actor mantiene el nivel interpretativo que nos ofreció en "Múltiple", se deja en el camino parte de esa atractiva y poderosa aura que le rodeaba. Si antes gozaba de misterio a su alrededor y nos daba la sensación de que podía ir a más y descubrirnos nuevas sorpresas durante el metraje, aquí aparece "desnudo" ante el espectador, habiendo mostrado todas sus virtudes al completo, dando como resultado algo más previsible y esperable. Por ello le resta fuerza y le añade vulgaridad al personaje.

- Abusa en exceso de los cambios de personalidad. En su precuela mutaba menos y paradójicamente se notaba más y mejor el trastorno. Un ejemplo más de que no conviene abusar de lo bueno porque se acaba aplanando el mérito.

- No apuesta claramente a una sola carta y eso se acaba pagando. Juega a dos bandas entre el thriller de terror y el cine de superhéroes. Convence más por lo primero que por lo segundo pero da la sensación de que su director se queda algo corto en ambas facetas.

- La interpretación de Bruce Willis en esta peli es bastante normalita tirando a floja. Querer hacer de ello un papel de superhéroe es algo que roza lo no asumible para aquellos que gusten de ese tipo de cine. El resultado es carencia de poder y atracción, falta de personalidad y ausencia de credibilidad. Yo, al menos, no me creo a Bruce Willis en esta historia.

- Si en "Múltiple" las apariciones de la psiquiatra eran como un coitus interruptus en el crecimiento del suspense, aquí la nueva "psiquiatra" es autodestructiva para la cinta por la nula transmisión de sensaciones por parte de la actriz que lo interpreta. Mujer de cera con careta de goma para pegarle una patada en el tafanario a la película y contrarrestar todo lo bueno que MacAvoy deja por el camino.

A pesar de todo lo dicho, la cinta se deja ver bien por lo retorcido y original de su guión y por la atractiva puesta en escena de su director. Bien es cierto que tiene una primera parte más difícil de digerir, pero su segunda mitad crece bastante y, desde la muy buena escena rodada en la sala rosa (con una fotografía aquí que recuerda al cine de Kubrick), Shyamalan consigue liberar a los tres superhéroes para que finalmente podamos entrar en materia de verdad viéndoles retroalimentarse entre ellos. Al menos a partir de ahí llega Samuel L. Jackson para compensar la pájara de Willis.

Se deja ver y entretiene, pero su antecesora se la come.