Efectivamente estamos ante una de las películas donde menos se nota la mano de Tim Burton.

Cuenta la historia real de Margaret Keane, fenómeno cultural de los años 50 y 60 que retrataba niños con unos ojos grandes y expresivos. En la película, la vulnerable Margaret Keane defiende la autoría de sus cuadros frente a su marido, el carismático a la par que manipulador, Walter Keane.

Amy Adams interpreta a Margaret de una forma magistral. Queda patente su fragilidad y Burton la desgrana. Su marido lo interpreta Christoph Waltz, que en mi opinión, éste no es uno de sus mejores papeles. Waltz caricaturiza al personaje, sobreactúa y resulta inverosímil, sobretodo (por citar una escena) en el juicio de Honolulú...

Me ha gustado, por tanto, Amy Adams, la historia de Margaret (quien, por cierto, falleció tan sólo hace un año -junio de 2022- a los 94 años), el estilo visual del largometraje (que, en esa cuidada paleta, es donde más reconozco a Burton) y el diseño artístico.

Me ha resultado entretenida aunque no perdurará en mi imaginario.