¡Bravo, Dave! Esto sí es lo que yo llamo un auténtico acto de fraternidad. Porque ésta, la ópera prima del pequeño de los Franco, es la constatación de que James no es el peor realizador del planeta. Y no por el grado de complejidad del que, a priori, carece un prolegómeno tan gastado como el del fin de semana en el bosque con droga, revolcones y presunto despiporre -o por lo menos así lo aventuran todo el tiempo sus cuatro protagonistas- sino porque el relato que tiene entre manos, obra de él mismo y el gurú mumblecore Joe Swanberg ('Hannah takes the stairs') es, simple y llanamente, un peñazo monumental en el que dos hermanos y sus parejas se van de escapada rural a un lujoso chalet alquilado en la montaña donde, en el transcurso de una hora, pasean por el apartamento, la playa, el monte, retozan en el jacuzzi -30 segundos, aproximadamente- y duermen la mona hasta que, al fin, sucede algo -aunque no diré qué-, que te recuerda que 'Vigilados', en principio, tenía que ser un home invasion. Lo malo es que para esto hay que esperar a que la película llegue hasta los 58 minutos... ¡de poco más de 80!
¿He mencionado ya que la ópera prima de Dave Franco es un acto de fraternidad? Pues también es la prueba de que el amor puede mover montañas. Basta con fijarse en el talante adormecido de su mujer, Alison Brie, no quedándose frita.
'Vigilados' (2020, Dave Franco) es tan pesada, cansina y aburrida que, a los 10 minutos de apagar la tele, ni recordarás por qué te ha parecido tan mala.