Mítica película adelantada a su tiempo y casi destinada a convertirse en película de culto desde su estreno. Tron es una producción tan arriesgada como maravillosa es la idea. Es difícil encontrar películas de principios de los años 80 que mezclen de una manera tan increíble espectáculo visual (por aquellos tiempos lo era) y una buena idea, y Tron lo consigue.

Jeff Bridges está perfecto en su papel de niñato inmaduro, chulesco y despreocupado, y el aire ochentero de la película la hace aún mejor. Los efectos son prodigiosos aunque a día de hoy parecen ridículos, y el desembolso de dinero por parte de Disney fue fundamental para crear esta inolvidable producción.

Tron es una idea (y no una idea cualquiera) plasmada en un lienzo que es una delicia visual. El factor visual en películas así es fundamental, y Lisberger consiguió una de las películas más especiales en este concepto en un mundo que empezaba a asomarse a la tecnología y los videojuegos como algo más que un puro entretenimiento.

Hay mucho más de lo que se aparenta en Tron, incluidos debates morales, un toque religioso y casi sectario, la eterna historia de "el elegido" y miles de mensajes más que se van introduciendo en tu cabeza cada vez que vuelves a ver Tron. Aunque esté envejeciendo y los efectos empiecen a parecer ridículos no deja de ser una de las películas más importantes de la ciencia ficción del pasado milenio.