Dario Argento nos hace una demostración de que el cine, cuando se hace con personalidad, es atemporal. Puede que a día de hoy los efectos que vemos en Suspiria nos produzcan risa, pero su sello particular se puede ver casi en cada escena de la película. Destaca sobre todo el juego de luces y la tensión creada en determinadas partes de la historia.

Con sus fallos y su ritmo un poco lento, Suspiria es una demostración de buen cine, por encima del género "terror". Con esto quiero decir que la película puede que en su momento diera miedo, pero a día de hoy lo que prevalece es el buen hacer del director. Una película donde la intriga reina por encima del miedo. Cuando todo se acerca al final se destapa de una manera un tanto frenética, tanto como su finalización, como si al director le hubiera dado prisa por acabar su proyecto.

No es exactamente lo que busco en una película de terror, pero la valentía que arroja la película para su época es motivo suficiente como para que merezca la pena verla.