''Lilja 4-ever'' es una película durísima. Durísima, sí, pero también necesaria y, sobre todo, realista.

Considero que es muy difícil hacer una película sobre prostitución infantil, pobreza y marginalidad sin caer en los excesos propios de un telefilme barato, pero esta película lo logra y con creces.

“Lilja 4-ever” es un filme que, desprovisto de toda ñoñería y sensiblería barata, resulta hermoso y conmovedor; un filme que, aún siendo duro, impactante y descarnado, nunca es morboso.

Es un filme que te enferma, te conmueve, te enfurece, te estremece … es un filme que, en definitiva, te llega hasta lo más hondo.

Hay que tener presente que esto no es una película de Hollywood y que, por lo tanto, no es una agradable fantasía para evadirse. No, esto es una historia extraída de la vida real, el estremecedor relato de un alma torturada, pisoteada y ultrajada sin piedad por un sinfín de desalmados. Y lo más perturbador es que esta suerte de pesadilla hiperrealista transcurre en un mundo cuya depravación se oculta bajo una aparente benevolencia.

Pero en realidad esta película no va de prostitución infantil, pobreza y marginalidad, sino de la amistad entre Lilja y Vorodya, dos personas desamparadas y hambrientas de cariño. El suyo es un vínculo tan fuerte que trasciende la muerte, lo único capaz de redimir una vida llena de dolor y marcada por la tragedia.