Ese titulo resume mi critica. Usualmente una película destinada a ser grande se construye en un lento pero firme Crescendo, desde un principio esperanzador a un final apoteósico. En esta película Alex de la Iglesia intenta impactarnos de una forma instantánea y, ¿como lo consigue? Con unos de los mejores títulos de crédito que he tenido la oportunidad de ver en el cine.
Esas referencias a la España mas sórdida, al recién victorioso régimen franquista, consiguen, unidos a una muy bien elegida banda sonora, dejarnos con los pelos de punta. Y no solo esos créditos, sino que ese comienzo, los payasos en el circo, la lucha entre republicanos y fascistas, esa ironía del payaso con el machete, y por supuesto, la imagen del sufrimiento de los prisioneros que construyeron el valle de los caídos, nos dejan con ganas de mas, con ansia de saber hacia donde nos va a dirigir el director en esta sátira. Y lo único que consigue es decepcionarnos.
No solo no continua en esa gran linea que había conseguido al comienzo, sino que construye una película que mas que gustar en ocasiones parece una broma pesada al espectador, una falta de respeto y rayana en lo desagradable. Alex de la Iglesia intenta con ansia alcanzar un estatus de Quentin Tarantino español y solo nos muestra un gusto morboso por lo realmente desagradable. Se aleja muchísimo de aquella película digna de mención como es Crimen Ferpecto y aun mas de la que llamaría su Opera Prima, La Comunidad.
Si no tuviera ese gran comienzo, esta película hubiera caído en saco roto, y hubiera sido primera en la lista de películas que olvidar.