Sólo puedo aplaudir a Pixar por continuar con la estela iniciada con Del Revés y Soul. Una vez más, utiliza su arte para tratar un tema tan esencial como el de la salud mental, en este caso familiar, que puede ayudar a tanta gente.
Bajo de esta pátina de colores y preocupaciones de adolescencia, esta película va más allá de la búsqueda del yo y ser fiel a uno/a mismo/a: ahonda en las relaciones paterno-filiales mal construidas en la que los progenitores enseñan a sus hijos (y estos hijos a sus hijos, en una suerte de maldición, aquí en forma de panda rojo) que su valía y su amor depende del culto incondicional a la familia, a lo que se espera de ellos y cumplir ese papel a la perfección. Esto es especialmente importante en las familias asiáticas, donde este problema es acuciante, pero que también afecta a familias de todo el mundo.
spoiler:
Pixar pone un límite al respeto familiar desde el primer minuto de la cinta: "¿La regla número uno en mi familia? Honra a tus padres... Honrar a tus padres suena genial,pero si lo llevas demasiado lejos puedes olvidarte de honrarte a ti misma"
Mediante la alegoría del panda rojo (que aparece cuando la ansiedad por la asfixia maternal es inmanejable) Pixar denuncia que el amor de una madre o un padre no debe condicionarse a cumplir lo que se espera de un hijo (generando inseguridades y dependencia emocional) sino que se debe aceptar a los hijos tal y como son y amarlos por lo que son. Espero que muchos adolescentes y adultos sean capaces de entender esta película porque va para ellos, sea como instigadores inconscientes o como víctimas.