Es evidente que su creador, David Milch, tenía muy claro lo que quería contar en este drama histórico y social de finales del s.XIX en un pequeño pueblo minero en pleno territorio indio. Una historia con una complejidad de personajes donde se mezclan ansias de poder, deseos de riquezas, incluso la búsqueda del amor en una tierra hostil donde nada es lo que parece a simple vista.
La ambientación para mí es lo mejor de la serie, síntoma de que el trabajo de recopilación de información y fotografías de la época en el verdadero pueblo de Deadwood fue minuciosa.
Todo ello mezclado con personajes reales de la época que dan a la serie un aire de realismo muy logrado.
Sinceramente te quedas con ganas de más, creo que incluso podrían haberla alargado un par de temporadas más pero eso ya no podemos remediarlo.