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España España · Castellvell del Camp
Voto de Jordirozsa:
7
Serie de TV. Intriga. Fantástico. Terror. Drama Serie de TV (2017). 10 episodios. Los habitantes de un pueblo de Maine descubren cómo una niebla, que les ha invadido repentinamente, oculta criaturas aterradoras. Adaptación de la novela "La niebla" de Stephen King. (FILMAFFINITY)
4 de mayo de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Toda comparación es odiosa, reza uno de nuestros más consabidos dichos populares. Pero inevitable es establecer dicha medida entre “La Niebla” de Frank Darabont (2007), y la miniserie de diez capítulos que lleva el mismo título y fecha de 2017. Ambas, a parte de compartir título, así como la historia base de un relato corto de Stephen King, mantienen varias similitudes; más de las que una brumosa (valga la redundancia) versión achicletada del filme original pretenda ocultar, vistiendo o disfrazando sus episodios con el desarrollo de lo que parece más un documental de interés humano, o un dramón dominguero de televisión privada por cable de los 90. De modo, que cualquier cosa que pueda parecer de terror sea pura coincidencia, o algo meramente decorativo, circunstancial o accesorio.

Pero esta aparente intencionalidad de revertir la temática horrorífica en pro del pastelito psico sentimentaloide, es pura falacia. ¿Realmente cabe pensar que la inferior visión o aparición de los bichos inmundos (y harto más sangrientos) que aparecen en la versión de 2007, y en la que se prodiga el propio King en sus novelas, y otros tantos realizadores que las han llevado a la gran pantalla, es algo que desvirtúe la atmósfera de pánico y desesperación que el espectador pueda experimentar? ¿Qué sentido u objetivo podría tener para los idearcas, productores… de “The Mist”, reeditar en una cinta de unas 8 horas aproximadamente, el argumento de un cuento corto que hacía tan sólo un par de lustros se había adaptado de forma muy sólida y potente, tanto en lo técnico como en lo estético; con un desarrollo y resolución narrativos durísimos y espeluznantes?

Nada más lejos de la realidad. Christian Torpe echa mano de elementos narrativos nuevos o cambiados respecto a sus antecesoras, pero que resultan no menos inquietantes. Su principal estrategia en la gesta de dar contenido y sustancia a este mega metraje, reside básicamente en la de desarrollar las personalidades de los personajes que aparecerán (con sus propios conflictos internos), y el entramado de vínculos y relaciones que establecerán entre ellos.

La construcción de cada uno de sus perfiles responde a un claro molde de época (en este caso la nuestra, la del buenismo del “mainstream”), quedando claro que la intencionalidad ya no es tanto la de generar modelos cotidianos de gente corriente, sino figuras con rasgos pautados acorde los estereotipos imperantes, sobre los que el espectador pueda proyectar sus procesos de identificación, por una parte, y sus prejuicios, fobias, juicios morales… por otra.

Como en todo cuento, fábula, leyenda…, y como es establecido en los cánones más clásicos de la literatura en general, y del arte escénico en concreto (por ejemplo las óperas, las obras de teatro de antaño cuando el cine estaba en las cascarrias de su invención), las figuras de este drama son perfiladas con trazos muy definidos, y límites sobremanera acartonados en su caracterización. Su complejidad se reduce a un tinte bicromático; evolucionan entre dos realidades harto polarizadas, como si de cada uno hubiera un “anti” al que se transforman todos. Al final de la serie, ninguno, salvo alguna contada excepción, resulta ser lo que parecía en su “mise en escène”.

Esta transformación “en el contrario” a lo largo de los capítulos de la serie, en algunos casos pronunciada, en otros más discreta; en unos, súbita y sorprendente, en otros más gradual o incluso imperceptible, es una de las herramientas del guión para generar tensión y hacer marcha, aunque sea a paso lento.

Uno de los aspectos más interesantes del muestrario de protagonistas que van apareciendo a través de la secuencia narrativa de la cinta, es el tratamiento que el guion hace de esa aparente impronta de política o ideología que, cual marca publicitaria, se atribuye a Netflix de rebozar sus producciones: esa ya cansina e indigesta colección de ideologías sobre: el género, las apetencias sexuales, las formas de pensar, el ecologismo, las dietas vegetarianas… que se quieren hacer tragar a un público idiotizado (si es así, subestiman la inteligencia de la mayoría de los mortales). Si uno despoja los ojos de la venda reaccionaria y deja que se le desinflame la amígdala irritada ante ese comistrajo del pijismo neoprogre y del “happy flowers”, se dará cuenta de que los creadores de “The Mist”, con Torpe a la cabeza, se zafan (por no decir que se burlan descaradamente) de todo ello.

Para empezar, tenemos a la abuelita aracnófila de espiritualidad ecologista (Frances Conroy), bajo cuya máscara de candidez, inocencia y victimismo insuflado por los acontecimientos, se esconde una psicópata que se acaba de desquiciar cuando a su marido le vuela la cabeza un errante habitante del pueblo, aquejado de las alucinaciones y desvaríos que parece provocar la espesa niebla a los desdichados que se ven envueltos bajo su manto. Es más, en su deriva a lo psicótico, arrastrará a todos los que, con ella, habrán ido a buscar refugio en la iglesia local. Al párroco, como ya está mandado últimamente, le tocará representar el papel de “malo” fanático y depravado que se atribuye a los curas y todo lo que a la Religión se refiere; la protagonista (Alyssa Shutherland), que abanderará la victimización del progresismo “reprimido” en una maestra a la que despiden de la escuela por hablar de sexo con sus alumnos: “oiga señora, no se si lo sabe, pero la Ley ampara a los padres para que escojan y decidan lo que se les enseña a sus muñacos en el cole”… en cualquier país…; el Sheriff (Darren Pettie), que se olvida de que tan sólo es un humilde representante de la Ley y el Orden… y nos lo pintan como típico troglodita de la América profunda que se lo tiene demasiado creído; el marido de la prota (Morgan Spector), que con ella comparte el estrellato, el perfecto retrato de las virtudes (empatía, bondad, capacidad de escucha… ) del macho blandengue ideal contemporáneo, perfecto para las listas electorales “podemitas”,
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jordirozsa
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