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Voto de Jordirozsa:
7
5,0
1.956
Drama. Terror. Intriga
La vida del psicólogo Peter Bower cambia bruscamente cuando una serie de hechos inexplicables comienzan a alterar su entorno. Aunque, al principio, todo le parece inverosímil, pronto empieza a sospechar que algo sobrenatural se está apoderando de su vida. Antes de que sea demasiado tarde, decide investigar a fondo su pasado, lo que lo lleva al descubrimiento de un terrible secreto. (FILMAFFINITY)
21 de noviembre de 2023
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En «Backtrack» (2015), la tensión gira en torno a la disyuntiva entre trastorno psicótico y lo sobrenatural, manteniendo al público en suspense. Este dilema, que desafía a discernir entre la realidad y la ilusión, es central en la narrativa. El guion entrelaza lo psicológico y lo paranormal, creando constante incertidumbre. Esta ambigüedad, similar a otras obras del género, plantea si las visiones del protagonista son síntomas de una mente perturbada o algo más. Este vaivén mantiene el interés a lo largo de la película, prometiendo un desarrollo donde predominan elementos dramáticos sobre los sobrenaturales, aunque ambos se entrelazan en el metraje. En este contexto, lo sobrenatural parece tan real como la psicosis, generando un juego equilibrado de explicaciones. Esta incertidumbre, que alimenta la tensión, juega con miedos y expectativas. La audiencia, sin certeza de lo real, cuestiona constantemente lo que ve, impulsando la narrativa y el compromiso con el misterio a resolver.
La cinematografía de Stefan Duscio establece el tono y atmósfera del suspense sobrenatural. Sus interiores, en sombras tenues, reflejan la turbulencia de los personajes, contrastando con exteriores más naturales y menos claustrofóbicos. Los ángulos y encuadres de Duscio intensifican el misterio y la desorientación, esenciales en el género. La paleta de colores, con tonos fríos y desaturados, evoca alienación, mientras que destellos de colores cálidos ofrecen un respiro visual efímero. Su trabajo no solo es estético, sino que también amplifica los procesos psicológicos y las percepciones sobrenaturales del protagonista, reflejando y amplificando su tormento interior.
En muchas películas, la tensión entre lo sobrenatural y lo psicológico impulsa la trama. «Lo que la verdad esconde» (2000) y «El Sexto Sentido» (1999) usan lo paranormal para revelar secretos y explorar la pérdida, respectivamente. «Los Otros» (2001) presenta a Nicole Kidman enfrentando verdades familiares ocultas, mientras «Shutter Island» (2010) juega con la percepción de la realidad. En «El Orfanato» (2007), lo sobrenatural se entrelaza con el drama, llevando al personaje de Belén Rueda a confrontar su pasado. Se usa la ambigüedad entre lo sobrenatural y lo psicológico para crear suspense y guiar a los personajes en un viaje de resolución de traumas, ofreciendo una experiencia de visionado que conduce a la catarsis o redención.
En cambio, en «Afliction» (1997), de Paul Schrader y protagonizada por Nick Nolte y James Coburn, carece de elementos sobrenaturales, pero comparte un esquema narrativo muy similar con «Backtrack» en su exploración de los traumas pasados y su impacto en el presente. En «Afliction», la historia se centra en la vida de un hombre, interpretado por Nick Nolte, que lucha contra los fantasmas de un pasado turbulento, marcado por el abuso y la violencia paterna. A lo largo de la película, se observa cómo este pasado aflige al protagonista, afectando profundamente su vida adulta y sus relaciones. Al igual que en «Backtrack», el personaje principal de «Afliction» se ve impulsado a confrontar y desentrañar los misterios y traumas de su pasado para encontrar algún tipo de resolución o redención. Pero mientras que «Backtrack» utiliza elementos sobrenaturales como vehículo para explorar y revelar los traumas, «Afliction» se mantiene en el ámbito de lo realista.
Según la teoría del apego de John Bowlby, en ambas películas hallamos un apego inseguro o ansioso, que lleva a dificultades en la regulación emocional, desconfianza en las relaciones y una imagen de sí mismo negativa, lo cual se refleja claramente en los personajes: la pérdida traumática, la ansiedad de separación... que se manifiesta en formas de comportamiento evitativo o en la búsqueda de reemplazos simbólicos para la figura perdida.
La referencia a Carl Gustav Jung a través del personaje de Sam Neill es clave. La «sombra» de Jung, aspectos reprimidos como culpa o traumas, es central para Brody, quien enfrenta eventos que reflejan su psique oculta. La «sincronicidad» de Jung también aparece, con coincidencias que llevan a Brody hacia el autoconocimiento y la resolución de conflictos internos. Estos conceptos junguianos ayudan a explorar la complejidad de su personaje y su viaje hacia la integridad personal.
«Backtrack» revela prematuramente aspectos clave de su misterio, disminuyendo el impacto del suspense y horror hacia el final. Revelar temprano las pistas sobre el trauma de Peter reduce la sorpresa, pudiendo el público sentir que ha resuelto el misterio antes del clímax. La película se enfoca más en el drama psicológico que en el horror, desviándose de las convenciones típicas y, aunque ofrece una narrativa rica y profunda, puede no satisfacer a quienes esperan un enfoque más tradicional. Petroni compensa esto con una escena de acción al final, revitalizando la trama y manteniendo el interés. Esta táctica sirve para reenergizar la historia y mantener el compromiso del espectador. La habilidad de Petroni para manejar estos cambios de tono es notable, equilibrando drama, acción y suspense para crear una narrativa coherente y atractiva. Su enfoque demuestra una comprensión sofisticada de cómo adaptar la narrativa para satisfacer o incluso superar las expectativas.
La actuación de Adrien Brody en «Backtrack», así como la de su homónimo adolescente (el guapísimo Jesse Hyde) destaca por transmitir emociones intensas, compensando limitaciones del guion. Su habilidad para evocar tristeza y dolor sin apoyarse en narrativas explícitas muestra su talento. Sin embargo, esto crea un desequilibrio con personajes secundarios, interpretados por actores como Sam Neil, quienes no logran un desarrollo completo, quedando subutilizados en la trama y limitando la complejidad de la historia.
«Backtrack» opta por un diseño sobrio y minimalista, enfocándose en el relato y las actuaciones. Esta simplicidad visual, reflejando la naturaleza interna y psicológica de la película,
La cinematografía de Stefan Duscio establece el tono y atmósfera del suspense sobrenatural. Sus interiores, en sombras tenues, reflejan la turbulencia de los personajes, contrastando con exteriores más naturales y menos claustrofóbicos. Los ángulos y encuadres de Duscio intensifican el misterio y la desorientación, esenciales en el género. La paleta de colores, con tonos fríos y desaturados, evoca alienación, mientras que destellos de colores cálidos ofrecen un respiro visual efímero. Su trabajo no solo es estético, sino que también amplifica los procesos psicológicos y las percepciones sobrenaturales del protagonista, reflejando y amplificando su tormento interior.
En muchas películas, la tensión entre lo sobrenatural y lo psicológico impulsa la trama. «Lo que la verdad esconde» (2000) y «El Sexto Sentido» (1999) usan lo paranormal para revelar secretos y explorar la pérdida, respectivamente. «Los Otros» (2001) presenta a Nicole Kidman enfrentando verdades familiares ocultas, mientras «Shutter Island» (2010) juega con la percepción de la realidad. En «El Orfanato» (2007), lo sobrenatural se entrelaza con el drama, llevando al personaje de Belén Rueda a confrontar su pasado. Se usa la ambigüedad entre lo sobrenatural y lo psicológico para crear suspense y guiar a los personajes en un viaje de resolución de traumas, ofreciendo una experiencia de visionado que conduce a la catarsis o redención.
En cambio, en «Afliction» (1997), de Paul Schrader y protagonizada por Nick Nolte y James Coburn, carece de elementos sobrenaturales, pero comparte un esquema narrativo muy similar con «Backtrack» en su exploración de los traumas pasados y su impacto en el presente. En «Afliction», la historia se centra en la vida de un hombre, interpretado por Nick Nolte, que lucha contra los fantasmas de un pasado turbulento, marcado por el abuso y la violencia paterna. A lo largo de la película, se observa cómo este pasado aflige al protagonista, afectando profundamente su vida adulta y sus relaciones. Al igual que en «Backtrack», el personaje principal de «Afliction» se ve impulsado a confrontar y desentrañar los misterios y traumas de su pasado para encontrar algún tipo de resolución o redención. Pero mientras que «Backtrack» utiliza elementos sobrenaturales como vehículo para explorar y revelar los traumas, «Afliction» se mantiene en el ámbito de lo realista.
Según la teoría del apego de John Bowlby, en ambas películas hallamos un apego inseguro o ansioso, que lleva a dificultades en la regulación emocional, desconfianza en las relaciones y una imagen de sí mismo negativa, lo cual se refleja claramente en los personajes: la pérdida traumática, la ansiedad de separación... que se manifiesta en formas de comportamiento evitativo o en la búsqueda de reemplazos simbólicos para la figura perdida.
La referencia a Carl Gustav Jung a través del personaje de Sam Neill es clave. La «sombra» de Jung, aspectos reprimidos como culpa o traumas, es central para Brody, quien enfrenta eventos que reflejan su psique oculta. La «sincronicidad» de Jung también aparece, con coincidencias que llevan a Brody hacia el autoconocimiento y la resolución de conflictos internos. Estos conceptos junguianos ayudan a explorar la complejidad de su personaje y su viaje hacia la integridad personal.
«Backtrack» revela prematuramente aspectos clave de su misterio, disminuyendo el impacto del suspense y horror hacia el final. Revelar temprano las pistas sobre el trauma de Peter reduce la sorpresa, pudiendo el público sentir que ha resuelto el misterio antes del clímax. La película se enfoca más en el drama psicológico que en el horror, desviándose de las convenciones típicas y, aunque ofrece una narrativa rica y profunda, puede no satisfacer a quienes esperan un enfoque más tradicional. Petroni compensa esto con una escena de acción al final, revitalizando la trama y manteniendo el interés. Esta táctica sirve para reenergizar la historia y mantener el compromiso del espectador. La habilidad de Petroni para manejar estos cambios de tono es notable, equilibrando drama, acción y suspense para crear una narrativa coherente y atractiva. Su enfoque demuestra una comprensión sofisticada de cómo adaptar la narrativa para satisfacer o incluso superar las expectativas.
La actuación de Adrien Brody en «Backtrack», así como la de su homónimo adolescente (el guapísimo Jesse Hyde) destaca por transmitir emociones intensas, compensando limitaciones del guion. Su habilidad para evocar tristeza y dolor sin apoyarse en narrativas explícitas muestra su talento. Sin embargo, esto crea un desequilibrio con personajes secundarios, interpretados por actores como Sam Neil, quienes no logran un desarrollo completo, quedando subutilizados en la trama y limitando la complejidad de la historia.
«Backtrack» opta por un diseño sobrio y minimalista, enfocándose en el relato y las actuaciones. Esta simplicidad visual, reflejando la naturaleza interna y psicológica de la película,
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
evita abrumar con detalles complejos, centrando la atención en los personajes. Como en otras producciones australianas y neozelandesas, donde se prioriza la narrativa humana y las relaciones, demuestra cómo un diseño simplificado realza la trama y las actuaciones. La austeridad visual y narrativa de la película, característica distintiva, contribuye significativamente a su atmósfera, mostrando que menos puede ser más en el cine, especialmente cuando se busca profundidad y autenticidad en el argumento.
La banda sonora orquestal de Dale Cornelius intensifica el drama y la exploración de las profundidades de la psique de Peter. Logra complementar y a veces incluso superar otros elementos expresivos, incluidas las actuaciones. Refuerza y amplifica los estados emocionales y psicológicos. El lirismo y la intensidad de su composición añaden capas de significado y emoción que van más allá de lo que se ve, o lo que se dice en el diálogo. Una narrativa paralela que fluye a lo largo de la película, llevando al espectador a través de las revelaciones y conflictos internos del personaje, hasta llegar al núcleo de su inconsciente.
La moderación en efectos refleja un enfoque en la historia y los personajes, pero la escena del tren, donde un coche patrulla es arrollado, marca un pico dramático desubicado. Este momento de alta tensión y justicia poética, donde el espíritu vengativo de la niña asegura que el malvado padre no escape, proporciona un clímax emocional y visual intenso, aunque puede parecer forzado. La salvación de la agente de policía por Peter añade drama, mostrando su heroísmo y compromiso con la justicia. Esta escena, aunque impactante, contrasta con la sutileza general del film, y se ve como un recurso excesivo, aunque cumple con cerrar el arco de venganza y contribuye al desarrollo personal de Peter.
El trágico destino del amigo de Peter contrasta con la muerte del villano. Mientras el padre enfrenta una justicia narrativa, el suicidio de Barry, cargado de culpa y remordimiento, añade una capa de tragedia humana y resalta las consecuencias del silencio y la complicidad. Esta yuxtaposición subraya las distintas maneras en que los personajes lidian con sus acciones, creando un complejo equilibrio entre justicia y tragedia. La ambigüedad del destino de Barry plantea dudas: ¿fue suicidio o manipulación? Esto podría indicar un fallo narrativo o una profundización del mal del antagonista. La película no desarrolla completamente el arco de Barry, y deja un vacío, en contraste con otros aspectos más elaborados. La falta de pistas sobre su muerte, contrastando con el detallado tratamiento de otros aspectos plantea interrogantes sobre por qué este hilo particular de la historia quedó colgando (valga la redundancia). Sin suficiente contexto, parece un elemento incongruente dentro de una trama que, por lo demás, es meticulosa en su desarrollo.
Peter «desanda un camino» como desafío principal de su personaje. Se embarca en un periplo cuyo avance, paradójicamente, es un retorno, una especie de peregrinaje hacia atrás en su propia historia y psique. Esta travesía, aunque pueda parecer contraria al proceso de individuación, es en realidad una exploración de los aspectos fundamentales del ser. Al igual que «Pulgarcito», quien deja migas de pan para encontrar su camino de vuelta a casa, Peter debe rastrear los eventos de su pasado para entender y confrontar las verdades que ha olvidado o reprimido. Significa que para poder seguir adelante y alcanzar su individuación o realización personal, primero debe desentrañar y comprender su pretérito.
Petroni utiliza esta estructura narrativa para explorar temas como la memoria, la culpa y la redención, permitiendo que la audiencia acompañe al protagonista en su búsqueda introspectiva.
Al volver sobre sus pasos, se enfrenta a las sombras de su pasado, un paso esencial para alcanzar una comprensión más completa de sí mismo y para hallar una resolución más integrada y consciente de su vida.
La banda sonora orquestal de Dale Cornelius intensifica el drama y la exploración de las profundidades de la psique de Peter. Logra complementar y a veces incluso superar otros elementos expresivos, incluidas las actuaciones. Refuerza y amplifica los estados emocionales y psicológicos. El lirismo y la intensidad de su composición añaden capas de significado y emoción que van más allá de lo que se ve, o lo que se dice en el diálogo. Una narrativa paralela que fluye a lo largo de la película, llevando al espectador a través de las revelaciones y conflictos internos del personaje, hasta llegar al núcleo de su inconsciente.
La moderación en efectos refleja un enfoque en la historia y los personajes, pero la escena del tren, donde un coche patrulla es arrollado, marca un pico dramático desubicado. Este momento de alta tensión y justicia poética, donde el espíritu vengativo de la niña asegura que el malvado padre no escape, proporciona un clímax emocional y visual intenso, aunque puede parecer forzado. La salvación de la agente de policía por Peter añade drama, mostrando su heroísmo y compromiso con la justicia. Esta escena, aunque impactante, contrasta con la sutileza general del film, y se ve como un recurso excesivo, aunque cumple con cerrar el arco de venganza y contribuye al desarrollo personal de Peter.
El trágico destino del amigo de Peter contrasta con la muerte del villano. Mientras el padre enfrenta una justicia narrativa, el suicidio de Barry, cargado de culpa y remordimiento, añade una capa de tragedia humana y resalta las consecuencias del silencio y la complicidad. Esta yuxtaposición subraya las distintas maneras en que los personajes lidian con sus acciones, creando un complejo equilibrio entre justicia y tragedia. La ambigüedad del destino de Barry plantea dudas: ¿fue suicidio o manipulación? Esto podría indicar un fallo narrativo o una profundización del mal del antagonista. La película no desarrolla completamente el arco de Barry, y deja un vacío, en contraste con otros aspectos más elaborados. La falta de pistas sobre su muerte, contrastando con el detallado tratamiento de otros aspectos plantea interrogantes sobre por qué este hilo particular de la historia quedó colgando (valga la redundancia). Sin suficiente contexto, parece un elemento incongruente dentro de una trama que, por lo demás, es meticulosa en su desarrollo.
Peter «desanda un camino» como desafío principal de su personaje. Se embarca en un periplo cuyo avance, paradójicamente, es un retorno, una especie de peregrinaje hacia atrás en su propia historia y psique. Esta travesía, aunque pueda parecer contraria al proceso de individuación, es en realidad una exploración de los aspectos fundamentales del ser. Al igual que «Pulgarcito», quien deja migas de pan para encontrar su camino de vuelta a casa, Peter debe rastrear los eventos de su pasado para entender y confrontar las verdades que ha olvidado o reprimido. Significa que para poder seguir adelante y alcanzar su individuación o realización personal, primero debe desentrañar y comprender su pretérito.
Petroni utiliza esta estructura narrativa para explorar temas como la memoria, la culpa y la redención, permitiendo que la audiencia acompañe al protagonista en su búsqueda introspectiva.
Al volver sobre sus pasos, se enfrenta a las sombras de su pasado, un paso esencial para alcanzar una comprensión más completa de sí mismo y para hallar una resolución más integrada y consciente de su vida.