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Voto de Travis Bickle:
10
Bélico. Drama Narra la historia de Desmond Doss, un joven médico militar que participó en la sangrienta batalla de Okinawa, en el Pacífico durante la II Guerra Mundial, y se convirtió en el primer objetor de conciencia en la historia estadounidense en recibir la Medalla de Honor del Congreso. Doss quería servir a su país, pero desde pequeño se había hecho una promesa a sí mismo: no coger jamás ningún arma. (FILMAFFINITY)
12 de diciembre de 2016
24 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mel Gibson lo ha vuelto a hacer. ¡Y de qué manera! Con el hombre sin rostro firmó como director su ópera prima con una obra modesta, personal y sincera. Dos años después William Wallace vino para reventar el panorama cinematográfico con Braveheart. No contento con esto, Mel escandalizó al planeta con La pasión de Cristo con todo su exceso y provocación de la mano de un reconocido católico. Y era la brutal Apocalypto la que hasta la fecha cerraba la impecable filmografía como director del señor Gibson. Y con Hasta el último hombre el círculo continúa cerrándose sin vislumbrar la más mínima fisura.

Tras un comienzo en el que vemos a Desmond Doss (Andrew Garfield) durante su infancia e inmerso en una tradicional familia con unas creencias e ideas muy arraigadas, damos un salto en el tiempo hasta la vida adulta donde se nos presenta el primer (y único) romance de nuestro protagonista en donde la película se asienta en sus minutos más contemplativos e incluso cursis siendo la antítesis de lo que vendrá después. Tras alistarse y superar la nada fácil preparación, llegamos hasta Okinawa para vivir uno de los enfrentamientos bélicos más crudos y realistas que por momentos deja a Salvar al soldado Ryan en un suave episodio de los Teletubbies.

Si bien lo que más perdura en la memoria es lo sucedido en el campo de batalla, no menos importante, y violenta, es la lucha interior que mantiene este objetor de conciencia para consigo mismo y sus iguales. El director plasma con maestría el sufrimiento de Desmond por sentirse incomprendido y vejado por los mismos que luego lo considerarán un auténtico héroe. Como ya sucedió en Braveheart o La pasión de Cristo, aquellos personajes con ideales convencidos tienen asegurada la amargura como maleta de viaje, pero Mel les imprime esa fuerza que nace de las mismísimas entrañas para sobreponerse a toda aflicción que encuentren por el camino y llegar a alcanzar su meta. El estado en el que lo consigan ya es otro cantar.

Pocas, muy pocas películas bélicas que hayan creado un despliegue de la violencia y espectacularidad y que puedan acercarse a Hacksaw Ridge, se preocupan en meter contenido que haga al espectador pensar. Detenerse por un momento en una serie de preguntas acerca del sentido de la guerra; hasta donde llevar tus propias ideas; la redención; el perdón; el orgullo; la importancia de la familia;… Todo esto se muestra bajo unas fuertes influencias éticas y morales que cada cual interpretará a su manera en función de sus propias creencias e ideología. Lo que sí queda claro para todo el mundo es que una nueva película de Mel Gibson significa un nuevo acontecimiento para el cine en formato de éxito seguro. Como las más grandes e importantes cosas en la vida: en pequeñas dosis pero de calidad suprema. Todo lo demás puede significar morir de empacho.
Travis Bickle
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