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Intriga
A casa de dos estudiantes van llegando los invitados a una especie de fiesta de fin de curso. El invitado que más temen es su tutor y profesor, un astuto criminólogo que sostiene que el crimen perfecto no existe, aunque ellos se han propuesto demostrar lo contrario. En efecto, con su llegada crece cada vez más la tensión y el nerviosismo de los jóvenes. Y no es para menos, porque tienen un cadáver encerrado en el arcón que sirve de mesa para la cena. (FILMAFFINITY) [+]
28 de setiembre de 2012
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué responsabilidad tiene el que teoriza, sean cuales sean sus ideas, sobre las interpretaciones que otro les dé? Hitchcock nos hace pensar sobre el peligro que tienen las ideas, en un principio inocuas, en la mente de alguien peligroso. Como dice el personaje del profesor: alguien con instinto criminal. ¿Está planteándose Hitchcock, maestro de la intriga, de las películas de crímenes, el riesgo que suponen sus ideas en la mente de potenciales asesinos? ¿Ha podido sentirse culpable Hitchcock? ¿Han podido culpar a Hitchcock de fomentar ideas criminales?
Magnífico el manejo de la cámara, con esos travelling que nos convierten en un invitado más que se pasea por el apartamento. Magnífica la luz intermitente que proyecta el letrero publicitario en la cara de los personajes durante la escena final. Magnífica esa puerta que se balancea al cerrarse y que nos permite ver al asesino dentro de la cocina, metiendo la soga en un cajón.
Magnífica.
Magnífico el manejo de la cámara, con esos travelling que nos convierten en un invitado más que se pasea por el apartamento. Magnífica la luz intermitente que proyecta el letrero publicitario en la cara de los personajes durante la escena final. Magnífica esa puerta que se balancea al cerrarse y que nos permite ver al asesino dentro de la cocina, metiendo la soga en un cajón.
Magnífica.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
En la fantástica conversación de la cena, en la que los invitados picotean trozos de pollo de sus platos sentados en el sofá, está la clave de la película. El orgulloso y altivo asesino se considera un “superhombre”, usando el concepto de Nietzsche, y por tanto con derecho a matar a cualquier ser inferior (usando como criterio fundamental el supuesto intelecto). El profesor comparte esas ideas, que son realmente suyas y el asesino repite, radicalizándolas. En el discurso del profesor vemos, sin embargo, ironía, literatura, disfrute dialéctico. La tía del asesinado ríe nerviosa, representando a esa masa “inferior” que no alcanza a comprender la gravedad de esas teorías, su peligro, su amenaza. Los demás personajes escuchan incómodos hasta que el padre del asesinado lanza un “basta” repleto de cordura desde lo más hondo de la humanidad que representa ese personaje. Es él quien lanza la pregunta clave, “¿acaso creéis en el concepto de “superhombre” de Nietzsche? Hitler también”.
El profesor es nuestro Nietzsche, el asesino nuestro Hitler, su cómplice podría ser todo aquel que sigue al tirano, al genocida, al bárbaro, al asesino porque le teme a la vez que le admira, porque se siente insignificante a su lado.
Vuelvo a la pregunta inicial que es la que nos lanza el maestro Hitchcock. Que la responda cada uno como quiera o pueda.
El profesor es nuestro Nietzsche, el asesino nuestro Hitler, su cómplice podría ser todo aquel que sigue al tirano, al genocida, al bárbaro, al asesino porque le teme a la vez que le admira, porque se siente insignificante a su lado.
Vuelvo a la pregunta inicial que es la que nos lanza el maestro Hitchcock. Que la responda cada uno como quiera o pueda.