Esa fue la pregunta sin responder que me dejó este film cuando nos lo pusieron un día en una asignatura dedicada a las Relaciones Públicas en mi carrera.
Tras una hora y media de patriotismo pro-yanqui exacerbado, de barras y estrellas y de vender su sistema y su país como el mejor y el garante del mundo libre, de repente, en los últimos 5 minutos de film, la película se cierra con un final bastante amargo y, que, prácticamente, da a entender que todo ha sido una gran broma de mal gusto.
Este es el problema de hacer una película tomando como base unos hechos reales, en este caso, la guerra de Afganistan. Uno se puede creer que el apoyo a los guerrilleros afganos contra los soviéticos en los 80 fue una cosa totalmente noble y desinteresada pero, y hay el film es sincero por lo menos, en que los norteamericanos, según palabras del propio Charlie Wilson, "como siempre, la jodieron en la última jugada", viendo en que los guerrilleros a los que ellos apoyaron serían los futuros talibanes.
El problema es que el resto de la película es tan patriotera, y tan pretendidamente épica y grandiosa (contando con Tom Hanks y Julia Roberts ésto es fácil de intuir) que es difícilmente disfrutable para un espectador español.