Realmente esta película tiene un saborcillo a los noventa, a tantas y tantas películas sobre juicios, asesinatos y cosas que parecen pero no son, para terminar siendo otras. Películas entretenidas, sin excesos violentos ni alardes técnicos, pero que cumplen perfectamente su cometido.
En este caso, Brad Furman es el encargado de dirigir a Matthew McConaughey, que sin ser santo de mi devoción, el papel le viene que ni pintado, quedando perfectamente encuadrado en cada escena de la cinta, que el amigo Furman dirige sin alardes pero con una corrección y unas formas por encima de la media en este tipo de películas.
Los secundarios no lo hacen mal, desde Marisa Tomei, pasando por William H. Macy o Josh Lucas. El que menos me ha convencido ha sido Ryan Phillippe, que en determinados momentos se le ve exagerado y un poco fuera de lugar, pero va dando el pego.
La historia en si, correcta y entretenida. Thriller clásico y no demasiado sesudo, fácil de digerir, sin complicaciones pero guardando sus ases en la manga. Aunque sus casi dos horas de duración podrían parecer demasiado, la verdad es que se pasan sin darnos cuenta gracias a un guión muy bien tejido, que nos mantiene dentro de la historia en todo momento.
En resumen, recomendable cinta para todo amante del thriller que se precie, ya sea para ver solo o en compañía de la pareja.