Si en los años 80-90 una joven se le ocurre hacer una pintada como la que hace la protagonista, que sigue siendo de mal gusto hoy, en una iglesia lo más probable es acabara en el psiquiátrico.
Dos, el rollo ese de padres comprensivos, “tú has lo que tú quieras” cuando te han pillado a los 13 años robando y corriendo por la calle no se lo cree nadie, lo más probable es que si no te daban dos guantazos no salieras de tu casa en varias semanas.
Por no faltar, no falta que uno de los colegas se volviera gay y otro diciendo que si que todo muy bien ahora, que parejas abiertas y que todo el mundo tiene sexo libre. Que si, que muy bien, pero es bastante prototípico, se repite tanto que... y encima ya puestos que aparezca su pareja y se hubiera aprovechado la ocasión para muchas situaciones que mejoraran la comedia.
Tampoco tenían ninguna gracia las bromas pesadas del grupo de los chulos del colegio ni se entiende que se las hicieran de nuevo a un tío que tiene una pistola y ya la había sacado para pegar un tiro al techo.
Ya para dar el último toque de irrealidad, la protagonista no sólo es que sea una mujer muy bella que se enamora de un tío normalito, sino que encima está forrada... vamos, rizando el rizo... pero no se suele ver.