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España España · Cines Astoria Alicante
Voto de Bloomsday:
6
Drama En una mansión, cuatro señores se reúnen con cuatro exprostitutas y con un grupo de jóvenes de ambos sexos, partisanos o hijos de partisanos, que han sido hechos prisioneros. Nadie en la casa puede eludir las reglas del juego establecidas por los señores; toda transgresión se castiga con la muerte. Además, ellos gozan de la facultad de disponer a su antojo de la vida de los cautivos. (FILMAFFINITY)
9 de diciembre de 2010
21 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Introducción:

Hombre como objeto con pies y brazos: visión con reminiscencias de pasado –el fascismo– y de futuro –nueva sociedad italiana (mundial) consumista y frívola–. En su cosificación progresiva el ser humano se encuentra dominado por una estructura jerarquizada a través de procesos que se le escapan. Aparece así el cuerpo como una forma metafórica del poder y domesticación de entes despojados de humanidad.

Ayer y hoy:

Lo peor de la cinta es su obviedad aparente. Lo mejor, su condición logopática de espectáculo que se “comprende” excitando el logos, pero también se “experimenta” mediante sensaciones no únicamente repulsivas –como defiende el tópico– sino de esclavitud intolerable de la carne (cuestión que emerge fundamentalmente en el corolario de planos finales, donde no es descabellado vincular estos seres humanos en el matadero con la actual sociedad de consumo tendente a la masificación de comercios, carreteras, mass media, productos bancarios, mercados especulativos… Y demás procesiones).

Comemierdas:

La radicalidad de las imágenes de Pasolini corresponde a una evolución de su cine que le lleva a la concepción de lo fílmico como identidad semiótica con la imagen real, de tal forma que nos ofrece una traslación hiperrealista de elementos materiales o físicos de la realidad al lenguaje de la ficción. ¿El objetivo de tanta explicitación? El propio Pasolini afirmaba no buscar el mensaje o recado de metáfora evidente, sino la acusación hacia el propio espectador. La injerencia del autor en el ámbito del que mira –zarandeándolo en su propia capacidad de aguante– sirve para que no sea únicamente observador, sino también parte imputada en el festival sádico y coprófago: "esto es lo que sois. En esto os estáis convirtiendo". Todo para reflejar la vieja idea del Tánatos que lleva implícito el bienestar de la sociedad de placer, manifestándose a través de la agresividad, la competitividad, la jerarquía productiva y el ansiolítico.

Concluyendo:

No es difícil sentirnos representados por esta metonimia visual de la automatización y despersonalización de la sociedad industrial. Una manipulación consistente en la sobreexcitación de las bases instintivas más evidentes. El sujeto es objetivizado hasta el vómito. Alienación, creación de falsas necesidades... Todo ello nos constriñe a nosotros, los “hoy” espectadores, desde una perspectiva más terrorífica que la planteada por Pasolini en estos jerarcas postfascistas. La perspectiva actual implica la plena asunción y celebración de la libre elección de la condición de esclavo –que tiene cojones, porque en Saló les obligan con armas de fuego–. El torturador neoliberal ha conseguido aquello que venía a ser el mayor logro del demonio: convencernos de que no existe.
Bloomsday
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