El final no es más que un desgarrador abrazo entre una madre y su hijo de 14 años. Un abrazo tan doloroso como necesario para esa madre que abraza a su hundido hijo tras confesarle éste que ha matado a su hermano mayor. La película desliza que el hermano mayor puede ser la ruina del menor, pero ni de lejos se sospecha la forma en que esto puede llegar a suceder ni el precio que acabarán pagando los dos, el uno con la muerte y el otro con un una terrible culpa de por vida. Y todo se desvela en esos últimos segundos. El final es impactante y muy bien resuelto narrativamente.