El director británico John Schlesinger rodó a finales de los 60 este agridulce drama urbano con el protagonismo de dos perdedores totalmente distintos, los cuales dentro de un contexto sórdido se enfrentan a una situación marcada por el patetismo.

Siguiendo sus andanzas, con base en una novela de James Leo Herlihy, somos testigos de una cruda desmitificación del sueño americano, una fotografía dantesca de una Nueva York cosmopolita y diversificada, en donde la inexorable realidad es muy diferente a los sueños, a la ilusión, siendo el hedonismo y una actitud puramente materialista los principios por los que se rige una sociedad peligrosamente fanática.

Están de más los excesivos y coyunturales efectismos narrativos, muy propios de la psicodelia de la época, valorándose sin embargo de manera positiva la profunda emoción que desprende el relato, manifestada principalmente en el sensible cobijo amistoso entre dos caracteres (magníficos Jon Voight y Dustin Hoffman) en busca de una difícil aunque no imposible mejora existencial.

La famosa canción "Everybody's Talkin'" (versión de un original de Fred Neil) en voz de Harry Nilsson siempre quedará asociada a esta valiosa película.