Paul, un gris oficinista, conoce en una cafetería a Marcy, la cual tras un rato de charla le da su teléfono. El pobre Paul, previendo una noche especial, la llama y ésta le invita a ir a su casa a tomar una copa. Allí conoce a la compañera de piso de Marcy, Kiki, y con ella empieza la que será una noche difícil de olvidar para Paul, pero no por lo que él esperaba. Y es que no todos los días te confunden con un ladrón y una banda de vecinos enfurecidos te persigue por el barrio, entre otras muchas cosas.

Se trata de una comedia circular, acaba donde empieza, pero ocurren tantas cosas entre estos dos momentos que crees que estás viendo la paranoia de un demente, un sueño o sencillamente un sinsentido.

El descenso a los infiernos de un estupendo Griffin Dunne, rodeado de unas secundarias de lujo como Linda Fiorentino, Rosanna Arquette y Teri Garr es más divertido de lo que en un principio parece. Le cuesta arrancar pero cuando lo hace, más o menos tras la visita inicial de Paul a Marcy, entra en tal espiral de locura que te arrastra hasta el absurdo final. Absurdo pero increíblemente efectivo.

Lo mejor de la peli es que no parece de Scorsese, al menos del cine al que siempre asociamos a Scorsese: mafias, italoamericanos, drogas, gánster… ¡Ojo! Que conste que me encanta la mayoría de la filmografía de Scorsese, sencillamente quiero decir que aquí no tenemos nada de lo habitual de su cine, sino una historia a veces desconcertante, a veces algo rallante y finalmente muy divertida.

Recomendable.