Película del 68 que después de tantos años continúa despertanto risas y en algún momento incluso carcajadas.
Una comedia alocada en la que, además de criticar el mundo del cine y la frivolidad hollywoodiense podemos ver ahora, pasado el tiempo, un fiel retrato de cómo han cambiado los tiempos.
El protagonista gafe nos recuerda, en más de un sentido, al Mr. Bean que veríamos años después.
Y Blake Edwards reparte leña en todas direcciones, porque aparte del mundo de la farándula,del espectáculo y de los nuevos ricos, también quedan ridiculizados, y bien, los hippies protestatarios que aparecen con el elefante hacia el final de la película.
Vista tres o cuatro veces, siempre sorprende porque por conocidas que sean las escenas siempre vuelven a hacer reír.
Y como colofón la hermosa sonrisa y el toque tierno y juvenil de la protagonista femenina.