Un film que no pasa de entretenido, pero que al mismo tiempo ofrece una buena reflexión mediante un visionado que en ningún momento se hace largo. El ritmo de la película es muy llevadero y las interpretaciones no están nada mal. Da pena ver a Brendan Fraser por aquel entonces y verlo a día de hoy porque tristemente tanta ha sido su decadencia que llevamos sin saber de él más de una década. Aquí cuenta con un papel que, a mi parecer, está hecho a su medida, pues debemos tener en cuenta que hablamos de un tío con gran corazón y una escasa inteligencia. A eso le sumas el carisma que poseía Brendan en esos años y como resultado obtienes lo que ves en pantalla. Y es que Fraser se adaptaba muy bien a la comedia debido a su polivalencia dentro de dicho género. Luego está la sensual Elizabeth Hurley, que es pura dinamita siempre que aparece. La cinta nunca se hace aburrida y logra hacer reír a menudo. Las distintas caracterizaciones del protagonista resultan tan exageradas como apropiadas, ya que evidentemente la producción pretende divertirnos por medio de eso. Cada personaje encarnado por Fraser podría tener su propio filme de humor. Resumiendo, ten (mucho) cuidado con aquello que deseas, sobre todo cuando desconoces sus consecuencias.