La película que nos ocupa se enfoca en la lucha por la supervivencia de un piloto que se estrelló en medio del Ártico, quedando allí atrapado. Sin ahondar absolutamente nada acerca de dicho personaje, la película envuelve al espectador en su misma situación haciendo de este un superviviente más que lucha contra la naturaleza. Ayuda mucho tener en pantalla el gran talento interpretativo de Mads Mikkelsen, un actor que siempre cumple. En esta ocasión carga sobre sus hombros todo el peso del filme, pues no sólo es el protagonista, sino que además es el único personaje que hace algo. Por lo tanto, se puede decir sin problemas que el artista danés es el cuerpo y alma del visionado. Su cara refleja durante cada instante de la proyección la desesperación que sufre al no poder escapar del infierno helado en el que se encuentra. La fotografía es espectacular, tanto como la ambientación, la cual nos presenta un bello pero hostil paisaje nevado que se extiende hasta dónde alcanza la vista. Los diálogos son casi inexistentes a lo largo de la duración del metraje. Sin embargo, no se echan para nada en falta, ya que las imágenes hablan por sí solas demostrando una fuerte impresión visual. La banda sonora es lo más flojo a mi parecer porque en ningún momento la he notado, aunque por otro lado opino que no llega a ser un elemento imprescindible, así que se puede considerar algo irrelevante. No me hubiera importado que el film durase un poco más de tiempo. Te engancha de tal manera que te mantiene expectante ante lo que pueda pasar. Y he sentido tanta pena por el prota en determinadas escenas que he tenido el deseo de meterme en la propia película para ayudarle, no es coña. Puede que el Ártico sea un lugar precioso de ver por televisión, pero estando allí en persona uno se da cuenta de que se trata de un sitio en el que es muy difícil sobrevivir por su clima tan frío. Me recuerda al espacio debido a que ambos reúnen belleza y hostilidad a partes iguales.