Haz click aquí para copiar la URL
España España · Málaga
Voto de Nuño:
8
Drama Richard Forst, un hombre de negocios de mediana edad y casado, tiene una aventura con una joven e inmediatamente le pide el divorcio a su mujer, a la que abandona para irse a vivir con su amante. Mientras tanto, su mujer conoce a un tipo en un bar y pasa la noche con él. A la mañana siguiente, Richard vuelve a su casa. (FILMAFFINITY)
29 de setiembre de 2015
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
'Rostros' es, para mí, una de las más radicales y precisas expresiones cinematográficas de la contundencia emocional. La consigue a través de puro lenguaje visual. Un blanco y negro que exuda decadencia y hostilidad, unos agresivos primeros planos que parecen rasgar los 'rostros' a cuchillo y, sobre todo, una forma de conducir a los actores que yo me aventuro a definir (acertadamente o no) como "lo contrario a Robert Bresson". Si el francés eliminaba todo resorte y registro expresivo, todo énfasis o signo interpretativo, para que nada empañase la esencia (que no se encontraba ni en el guión, ni en la música, ni en el escenario, ni en los actores... sino en la distancia que media entre los ojos observantes y lo inasible que hay 'tras' la imagen), Cassavetes parece exhortar a sus actores a que abandonen contención alguna, les insta a que sean neurosis pura, carne palpitante. Marley, Rowlands, Carlin, Cassel... parecen reales porque desbordan; uno juraría que la ebriedad de alcohol, cigarros y tedio se les hubiese enquistado en el alma para siempre. Gritan a la pantalla, ríen, lloran desaforadamente; con autenticidad, no para ganar un Oscar. No creo que este procedimiento se base tanto en el efectismo como en la sinceridad; se produce la impresión de no estar observando meramente lo visible, sino el reverso febril de los personajes, poseídos por su infelicidad. Cassavetes se vio muchas veces en el paroxismo, y lo supo transmitir aquí y en toda una filmografía de lúcido nihilismo exento de pose o pompa filosófica.

...

Y la película cierra con una triste y pesimista escena que parece contener todo el desapego del mundo. Un matrimonio bidireccionalmente infiel se rehuyen, se siguen erráticamente, se cruzan e ignoran a lo largo de una escalera, para, finalmente, seguir cada uno el camino contrario. Como si Cassavetes nos dijese que el ser humano está condenado a no entenderse nunca. Y, bueno, que quizás una de las causas de la infidelidad en el matrimonio es el aburrimiento, siendo el remedio, en última instancia, medicina para una enfermedad que no tiene cura.

Gracias.
Nuño
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow