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Voto de JaySherman:
9
8,5
14.487
Drama
Un samurái pide permiso para practicarse el Seppuku (o Harakiri), ceremonia durante la cual se quitará la vida abriéndose el estómago al tiempo que otro samurái lo decapitará. Solicita también poder contar la historia que le ha llevado a tomar tan trágica decisión. (FILMAFFINITY)
7 de julio de 2013
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La dignidad por encima de todo y debajo, debajo queda la miseria.
Un ronin, un samurai sin destino, se dirige al hogar de un clan ajeno donde pide practicar el harakiri para morir con honor antes que de hambre deambulando por las calles. Sólo pide una única condición: deben escuchar su historia.
Este comienzo, que atrapa la retina, es el pie para un relato desenvuelto de forma magistral. Un desmembramiento de la páginas del bushido, para demostrar la hipocresía de una sociedad que acepta unas normas que no cumple.
Bajo la atenta mirada del blanco y negro se desarrolla una historia que deshoja paso a paso los mitos y las leyendas, y deja tras de sí al hombre que sostiene una espada. Desnuda en sus discurso la rigidez de la conducta en nombre del honor que ya no existe. Descubre que el pretexto de la rectitud que no se perdona a los demás, es para cubrir lo torcido de sus propias líneas. Que tras sus leyes no hay alma, que tras su armadura, no hay nombre. Que, en definitiva, no son nadie.
Nunca lo fueron.
Un ronin, un samurai sin destino, se dirige al hogar de un clan ajeno donde pide practicar el harakiri para morir con honor antes que de hambre deambulando por las calles. Sólo pide una única condición: deben escuchar su historia.
Este comienzo, que atrapa la retina, es el pie para un relato desenvuelto de forma magistral. Un desmembramiento de la páginas del bushido, para demostrar la hipocresía de una sociedad que acepta unas normas que no cumple.
Bajo la atenta mirada del blanco y negro se desarrolla una historia que deshoja paso a paso los mitos y las leyendas, y deja tras de sí al hombre que sostiene una espada. Desnuda en sus discurso la rigidez de la conducta en nombre del honor que ya no existe. Descubre que el pretexto de la rectitud que no se perdona a los demás, es para cubrir lo torcido de sus propias líneas. Que tras sus leyes no hay alma, que tras su armadura, no hay nombre. Que, en definitiva, no son nadie.
Nunca lo fueron.