Las escenas iniciales son muy brillantes, tanto en su forma como en su contenido, y la originalísima presentación de personajes, te hace creer que has encontrado una auténtica joya de esas poco conocidas.

Pero al poco se vuelve un absurdo, en un principio pasable por su frescura, pero que va volviéndose cada vez más monótono y aburrido. Deseas que llegue el final, y cuando eso se produce piensas que, para contarte tan poco y tan mal, mejor haber hecho un corto y dejarse de chuminadas.

Ni de casualidad tan buena como la pintan, aunque su arranque sea del todo espectacular: pero si te hace ilusión ver una peli en la que dos tipos cruzan monólogos en medio de la nada más absoluta, esta es sin duda la obra de tus sueños. Para el resto de público, veinte minutos excelentes y pare usted de contar.

Aprovecho la ocasión para mandar un saludo a la validadora nº 14, dama sin cuyo celo en la labor hubiese incurrido, en más de una ocasión, en erratas de bulto que serían muy celebradas por esos amiguetes que esperan impacientes mi próxima crítica (la frente sudorosa, la respiración convulsa, los dedos temblequeantes sobre el "NO"), para dedicarse a su segunda afición favorita tras el culto a Onán.

Dios quisiera que fuese ella quien descubriese la IP de tales mongoloides, porque su castigo sería tal que el dúo de impresentables en cuestión a buen seguro permanecerían sin sentarse un par de dias (en realidad, lo mismo que les suele pasar los domingos -estoy convencido-, tras un finde loco en vaya usted a saber los antros que suelan frecuentar).

A usted, Señora validadora 14, le coloco la estrella de Sheriff con baño de oro y los bordes bien afilados cual shurikken, para que por si acaso se topase con los fusiletas, pueda castigarles el culete como se merecen, aunque les guste.