“Caótica Ana”, estrenada por el cachondo mental del Médem en el 2007, supone su primera desviación del arquetipo conceptual creado por el mismo, durante su travesía por el mundo del cine. Esta cinta, si nuestros ojos se encuadran sobre la trayectoria del realizador donostiarra, resuena terriblemente desnaturalizada porque acepta la intromisión en su obra de cánones político - ideológicos otrora infundamentados, quedando impostados en la misma y, por ende, en su carrera cinematográfica.
Lo más flagrante es que Médem, subrepticiamente, casi como si de un ventrílocuo audiovisual se tratase, fue plantando sobre una historia común de tintes paranormales, diversos motivos por los que el ciudadano medio debería concienciarse y actuar, tanto en misiones en la calle, como en equivalentes apoyos intelectuales. Esto provoca que la labor del director pase de llana simpleza a incomprensible ambigüedad durante el desarrollo de la obra. Aceptar esta dicotomía maniquea presentada en la peli, nos resultará inviable a los que no metemos en el mismo saco lo sublime y lo absurdo, por muy bizarro que se presente esto último ante la crítica bienpensante o acomodada.
“Caótica Ana” resulta ser una pretenciosa excusa para ver, durante casi dos horas, una serie de desnudos efectistas de Manuela Vellés, en los que nunca se le llega a ver el clítoris, pero que están debidamente perfumados por un conjunto de escenas inconexas de sentido, a no ser que creamos que el paroxismo de las mismas tienen, ya de por sí, algún tipo de elemento aglutinador.
Por no haber, no hay ni una gran demostración artística de los actores, completamente eclipsados por la figura y la impronta en la historia de la actriz principal, Manuela Vellés, que imposibilitó cualquier tipo de duelo interpretativo, ni siquiera con Bebe, que intervino en su cuarto film con soltura.
De justos es decir que la capacidad onírica y de abstracción es notable en “Caótica Ana”, único punto de valor de la misma, que por su inutilidad nos hará dudar sobre si la figura del director vasco resulta sobrevalorada en el conjunto del cine español, o si ya merece que se le quite el nimbo que lleva a cuestas y que bien merecido se lo tuvo.
Me congratula dar la razón a todas aquellas personas que no vieron esta película como algo para recomendar, ya que hablo por ellos cuando digo que tamaño cúmulo de despropósitos hay que verlos o muy empalmao (predispuesto) o con el ojete moreno preparado para visionar una película que como poco, nos dará por el culo a todos aquellos que amamos el buen cine.