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Nepal Nepal · Mitad del monte
Voto de Arendar:
7
Drama. Comedia Mientras se producen una serie de hechos que parecen anunciar un próximo caos, un hombre comienza, gradualmente, a ser consciente de lo absurdo del mundo y de lo difícil que resulta comportarse y vivir como un ser humano. (FILMAFFINITY)
14 de noviembre de 2015
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
La visión que Andersson tiene de la sociedad sueca y, por ende, de todas las que comparten el mismo sistema de vida, es lo más pesimista que uno se puede echar a la cara. No hay ni un rayito de luz. Los tonos son sucios, apagados, hospitalarios. Todos los personajes producen rechazo. Aspectos repugnantes, de cara pálida, pelo grasiento, ojos enrojecidos y grandes tripas. La mujer en camisón, en bata, medio desnuda o desnuda, pero sin erotismo. Pinta el sexo como un anestésico; no hay pasión ni calor ni amor, tan solo fornicación virulenta. Las conductas son pasivas, lastimeras, egoístas, ignorantes; todas despreciables.

El atasco infinito, la "locura" del poeta, el chico ahorcado, el despido, los Cristos que no se venden, personas azotándose por las calles, la niña sacrificada, la carrera de equipajes, el mago y el truco, el loco con bata, la pitonisa y la bola de cristal entre ejecutivos...Todas las situaciones muestran a una humanidad errática, bárbara, apática, supersticiosa y condenada a ser su propia víctima.

Porque parece que el mal no es nadie, que aparece de la nada y toca sitios; países, ciudades y personas. Como si fuera una plaga bíblica, cuando la verdadera plaga es el propio humano. El que huye de los estragos que provoca. El que hace daño, el que crea catástrofes y nunca se culpa a sí mismo.

Es irrepochable su valor crítico y su potencial expresivo; con la cámara fija en planos abiertos recuerda a una puesta en escena teatral. Pero hay que echarle paciencia y temple. No es fácil aguantar una hora y media siendo testigo de vidas tan deplorables, aunque, como decia el señor de la tripa, no es fácil ser humano.

Andersson cree que es el fin de toda esperanza. Demasiado derrotista para mi gusto, aunque hay que admitir que todos los males de "Canciones del segundo piso" recuerdan todas las taras de las sociedades modernas. Y da miedo.
Arendar
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