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Voto de billywilder73:
4
Fantástico. Acción. Ciencia ficción. Thriller. Drama Estados Unidos, años 80. La Guerra Fría está en su apogeo, y los superhéroes, que antes habían sido admirados, ahora son perseguidos por la ley. Un día aparece muerto uno de ellos, "El Comediante", que trabajaba para la CIA. Su amigo Rorschach, el único héroe enmascarado en activo, emprenderá la investigación de su muerte, tras la que se oculta algo muy importante. Esperadísima adaptación del cómic de Alan Moore y Dave Gibbons (1986). (FILMAFFINITY) [+]
1 de agosto de 2018
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La locura nuclear campa a sus anchas en Watchmen; para muchos la película definitiva de superhéroes por su análisis profundo de la miserabilidad del hombre; otros en cambio fruncen el ceño aturdidos por el espectáculo absurdo e inabarcable que acaban de ver.
Que una película no deje indiferente habla de su valentía, que una película no pueda alcanzarse a la salida del cine y requiera tiempo de reflexión habla de su inteligencia.
Superhéroes sin poderes ingenuos y mediocres - ¿no somos todos así? - obligados por el Estado a renunciar a su oficio comienzan a ser asesinados misteriosamente mientras la guerra nuclear amenaza con el exterminio de la población mundial.
Watchmen de Alan Moore y David Gibbons es el Quijote de la novela gráfica, la obra de culto definitiva del mundo del cómic. La presión de su adaptación corre a cargo de Zack Snyder que con su 300 espartano se ganó el respeto del público y la complicidad de productores.
Watchmen empatiza por dejà vu, Nietzsche que es su inspiración, su Dios – si se permite la ironía - ya anunció el nihilismo en que vivimos sumergidos y que plasma con sarcasmo la película.
Decía Maquiavelo en El príncipe que “el fin justifica los medios” y por ahí van los tiros de las tramas del film, tan enrevesadas como los caminos de disparate surgidos de la oscura madriguera del conejo de Alicia en el país de las maravillas.
Que el fin justifica los medios es el “perro del Hortelano de las necedades” que ni come ni deja comer.
Al otro lado del espejo el propio Che hablaba del “odio como factor de lucha; el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar”. Que cada uno invente los bandos.
¿Cómo si no se entiende una gama de superhéroes de trajes tan chillones como ridículos pero indefectiblemente grises? Un perturbado enmascarado que utiliza la violencia para sus fines y con quien es imposible no identificarse; un cómico genocida y facha que es el más honesto al comprender que el hombre es un lobo para el hombre; un Dios Todopoderoso al que le es indiferente el humano; un búho impotente que sólo se excita dando mamporros en traje de licra; un villano superdotado que por encima de todo quiere hacer el bien; y hasta un Nixon-Pinocho con napia de Cyrano que maneja la mentira como aquél su florete.
No se duda de la genialidad de Watchmen pero se impone el debate. ¿Cuánto mérito es del cómic y cuánto de la película? Lo que conduce a un dilema de sensaciones encontradas, ¿un cine sin límites o los límites del cine? La censura está bien guardada en su caja de Pandora, allí se pudra, ¿pero es censurar quejarse de lo estéril del cine actual? ¿es censurar fusilar remakes y adaptaciones que escampan a troche y moche? ¿es mucho pedir un poco de creatividad?
El cine se agota y se reinventa porque mientras haya cuentos habrá cuentacuentos pero se acude por vicio a otros medios y formatos antes que a la propia imaginación.
Con las adaptaciones de novelas no hay conflicto al no haber una iconografía única. Al exhibir la propuesta de adaptación de la obra de un cineasta concreto y no existir más base que la que cada uno se monta en su cabeza el resultado puede entusiasmar o no dependiendo de las expectativas generadas por cada individuo pero no genera controversia. El nombre de la rosa de Umberto Eco o El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad son excelentes novelas y geniales películas, El código da Vinci de Dan Brown es un asco de novela y una mierda de película y La niebla de Stephen King es una pésima novela y una obra maestra del cine de terror.
Una adaptación debe captar el espíritu del cómic aplicando un lenguaje plenamente cinematográfico y una visión personal - política de autor - si no, ¿para qué llevar al cine una obra que triunfa en el papel o en la televisión? Sólo hay que pensar en dos casos antagónicos, Conan y Mortadelo y Filemón.
Alan Moore, guionista de la novela gráfica Watchmen utilizó todas las armas que tenía en su mano para crear una obra extraordinaria. ¿Qué aporta la adaptación cinematográfica de Watchmen?
1) Capta la esencia, la fuerza y la magia del cómic original, tarea ardua y meritoria por lo complicado de sus tramas y personajes.
2) Acerca la obra a quien no haya leído el cómic… pero el desconocimiento de la ley no exime de su cumplimiento.
3) Dentro de la dificultad de personalizar una obra tan egofagócita como ésta, Zack Snyder sabe dotar de cierto carácter a su puesta en escena, aunque conociendo Old boy de Park Chan-wook, Ichi the Killer de Takashi Miike o Una historia de violencia de David Cronenberg, resulta insuficiente.
4) Donde sí imprime su marchamo y se muestra original y conocedor de lo que se trae entre manos es en la utilización de la música extradiegética, as en la manga del que carece el cómic y que explota genuinamente la película. De ahí surge el mejor momento y el más plenamente cinematográfico: en los títulos de crédito iniciales la secuencia de montaje al son de The times they are a-changinG de Bob Dylan que captura el espíritu de agitación política y social de los sesenta y que le va como anillo al dedo a las reflexiones que plantea la obra.
5) La película mantiene la voz en off de Rorscharch que es extrema, dramática y grandilocuente y si bien en el cómic imprime cierto carácter de tragedia clásica al personaje, en la película lo aleja de la realidad – aunque al tratarse de un diario está mínimamente justificada -.
Maquiavelo sabía que el hombre era pésimo y mediocre y no se podía confiar en él. La historia le da la razón, por eso no hay absolutismos que valgan y tal vez lo único inviolable debiera ser el civil ingenuo que no tiene vela en el entierro.
¿Quién no hubiera apretado el gatillo encañonando a quienes tanto mal hicieron, Truman, Franco, Hitler o - ironía en mano - George Lucas?
En Hiroshima saben de lo que hablo.
billywilder73
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