Peliculón. Con una asombrosa gestión de los pocos medios que tiene, Justin Lee nos ofrece una terrorífica película en la que un ex-soldado busca respuestas en el bosque donde desapareció su novia arrastrada por una enigmática fuerza animal. Una larga introducción, en la que sucederán los hechos que darán pie al resto del filme, dará paso a una catarata de escenas de acción y terror, explotando maravillosamente el paisaje de esos bosques norteamericanos de árboles altos y tupidos, enigmáticos y mágicos, donde cualquier cosa se puede esconder ... y acechar.

Con una cierta influencia de "Depredador", en la que humanos deben enfrentarse a un peligro que apenas atisban, Justin Lee acierta en no mostrarnos directamente al monstruo, sino que lo hace con planos desenfocados, lejanos o en silueta. Pero sus espantosos hechos sí los veremos. Y escucharemos sus aullidos y sus huellas. Nos lo deja imaginar. Y eso es bueno. También tendrá su lado más mágico y misterioso, entroncándolo con los sortilegios de las naciones indias, pero también con una extraña empresa, dueña del bosque, y que no desarrollan.

Si que es cierto que la historia es sencilla y muy acomodaticia, como que el protagonista se encuentre a un cazador que le echará una mano. Pero se trata de una película de supervivencia y como tal es redonda. Tendremos acción, gore y combates directos, bien rodados, en un entorno extremadamente hostil. El protagonista sufrirá lo indecible y se llevará más golpes que una alfombra.

Y luego tendremos un final abierto, hacia una especie de universo cinemático, que, desgraciadamente, no se ha desarrollado. Si tenéis paciencia, veréis a Lance Henriksen en la última secuencia. Y mola.

Descúbranla. Disfrútenla.