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España España · Aquí al lado
Voto de Cornapecha:
2
Ciencia ficción. Acción Un día el mundo se paraliza cuando un grupo de viajeros en el tiempo se transporta desde el año 2051 para entregar un mensaje urgente: La humanidad está perdiendo la guerra mundial contra una especie alienígena letal. La única esperanza de supervivencia es que los soldados y los ciudadanos del presente sean transportados al futuro y se unan a la lucha. Entre los reclutados está el profesor de instituto y padre de familia Dan Forester ... [+]
5 de julio de 2021
78 de 106 usuarios han encontrado esta crítica útil
La labor del guionista es siempre de las más ingratas en este negocio del cine. Cualquier aficionado te puede hablar de decenas de directores, de incontables actores y actrices, incluso más de un compositor de bandas sonoras ha conseguido fama y trascendencia por su trabajo. Sin embargo pregúntale al cinéfilo medio por el nombre de algún guionista y en la inmensa mayoría de casos (empezando por el que esto escribe) no te podrán dar ni un triste nombre. Y sin embargo la labor del escritor es imprescindible para que lo que llega al espectador tenga una mínima calidad, y es imposible lograr una buena película si el guion es deficiente. Esto se supo en Hollywood desde el principio del negocio. Se les negaba el reconocimiento, se les regateaba la remuneración, en los títulos de crédito iban a la par de los encargados de la iluminación o el vestuario, pero todo el mundo sabía lo que valía un buen libreto y lo necesaria que es su labor.

O lo necesaria que era, mejor dicho. En algún momento a mediados de los 90 los estudios decidieron que lo de tener un guion era opcional, sobre todo en el cine de acción/entretenimiento. Desde entonces vamos en caída libre y cada blockbuster de acción es más ridículo que el anterior. Cada vez el nivel baja más y más, y cuando crees que ya ha tocado fondo, aparece otro iluminado a demostrar que se puede hacer peor.

Y así llegamos a La guerra del mañana. Este engendro lo escribió, según dicen, un paniaguado llamado Zach Dean, cuyo curriculum se limita a un par de pelis de acción de esas que no vieron ni los que las hicieron. Y con ese bagaje este indocumentado se puso a escribir una película de ciencia-ficción, que ya es donde acaban todos los guionistas que han perdido el norte, porque ya se sabe que los aficionados al género nos comemos cualquier mierda que nos echen.

El bueno de Zach se vio Al filo del mañana, Aliens y un par de pelis de invasiones alienígenas y ya se consideró preparado para parir esta obra maestra de la ci-fi. Un buen escritor del género ya lo tiene difícil para lidiar con las infinitas paradojas de los viajes en el tiempo, imagínate un segundón incapaz como nuestro héroe. El resultado es un cúmulo de estupideces e incoherencias que se iban perdonando porque esto es una peli para la tele de pasar el rato y tampoco nadie esperaba mucho más.

Pero el próximo ganador del Oscar al mejor guion original se iba gustando y se vino arriba sin control. Y así le salió un último tercio de guion que puede entrar por derecho propio en el museo de los horrores y en un lugar de privilegio. Incapaz de darle un final adecuado a su propio desbarre, Zach se sacó unas ocurrencias que harían sonrojarse a un estudiante de primaria. Si hasta ese momento la peli iba tirando con más pena que gloria, en este último tercio da pena. Pasan cosas cada vez más absurdas e inverosímiles, se pasa por el forro de los testículos la coherencia, el sentido común y la vergüenza torera. Da tanta pena que estuve a punto de darle al avance rápido para evitarme este espectáculo bochornoso, esta estupidez filmada que aún tiene defensores, lo que demuestra que Hollywood tiene razón, y para el espectador de hoy en día tampoco merece la pena esforzarse más.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Cornapecha
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