Isao Takahata, director a quien le debemos series de animación como Heidi y Marco, deslumbró en 1988 al realizar una de las mejores películas antibelicistas de la historia del cine: "La tumba de las luciérnagas". La cinta, que ha trascendido y ha adquirido categoría con el paso de los años, ha marcado a buena parte de la gente que la ha visto, siendo aún a día de hoy una obra de culto tanto en Japón como el resto del mundo. No es por tanto extraño que, 20 años después de su estreno, el realizador Taro Hyugaji haya decidido realizar una nueva adaptación de la novela original de Akiyuki Nosaka, pero siguiendo paso por paso los momentos que nos contaba Takahata en su mejor obra.

Hyugaji intenta, eso sí, dar un punto de partida y un final diferentes en la forma -no en el fondo- a su obra. La original nos mostraba el cadáver de un joven y una voz en off nos explicaba la historia de Seita y Setsuko, dos niños huérfanos que debían afrontar la guerra por si mismos, tras la pérdida de su madre. En este caso asistimos directamente al fallecimiento de la tutora de los críos, pasando pues a narrarse el resto de hechos que ya pudimos ver hace 20 años. Hyugaji demuestra talento a la hora de dirigir, realizando un buen trabajo, en ciertos momentos apasionado y en otros simplemente funcional, pero desde luego algo por encima de la media, con cierta habilidad para conseguir crear ese ambiente opresivo que se encontraba en la cinta original.

Lamentablemente hay dos puntos discutibles. Uno es la dirección de actores: se nota que, en el fondo, son profesionales. Falta naturalidad incluso en la actriz que interpreta a Setsuko, que a pesar de todo hace un gran trabajo. Por momentos es poco creíble lo que nos intentan contar, se anticipan los gestos y, casi, lo que van a decir. Funciona como si unos críos estuviesen leyendo una obra en la escuela, algo que puede advertirse perfectamente cuando la actriz que hace de tía de los niños abre la boca, básicamente. El segundo problema, o más bien "impureza", es que es excesivamente fiel a la anterior. Y a pesar del final diferente no hay verdadera sorpresa, ese factor se ha perdido.

A pesar de todo, los que no hayan "disfrutado" de la original encontrarán en esta interesante producción una cinta antibélica de buen acabado, con una historia tierna y dura a la vez, un ejercicio cinematográfico que se antoja dependiente del clásico de hace dos décadas, pero que pese a todo merece la pena como curiosidad. No es brillante (sólo hay un Isao Takahata) pero tampoco se graba a fuego en la memoria.