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España España · Valencia
Voto de Lefty:
9
Thriller Carlitos Brigante, un antiguo traficante de heroína de origen portorriqueño, sale de la cárcel después de cinco años de reclusión, dispuesto a dejar el tráfico de drogas. Con la ayuda de un abogado cocainómano consigue hacerse socio de un club nocturno e intenta reanudar la relación con su exnovia, pero no es fácil seguir el buen camino dentro del mundo del crimen. (FILMAFFINITY)
25 de febrero de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las virtudes de nuestro idioma es su riqueza de léxico, aunque la mayoría no seamos conscientes de ello al usarlo para hablar. Es bastante curioso (al menos) ver cómo por ejemplo podemos referirnos a algo tan simple y cotidiano como es el sitio en el que vivimos llamando a ese sitio casa, o piso, o residencia, domicilio, hogar, morada... o choza, o mansión... o agujero. Una diferencia a nuestro favor con respecto a otras lenguas.

Cada uno de esos sinónimos tiene muchas atribuciones implícitas, una serie de características especiales que nos hacen describir ese sitio tan simple y cotidiano como un agujero y no como una mansión. Aunque las dos cosas sean una casa, entendida como sitio en el que vivimos ('cosa': qué gran palabra). Un montón de sutilezas. Aunque nosotros mismos, escogiendo una palabra u otra como por azar en el atropello de una conversación con amigos, no nos demos cuenta de que haciéndolo nos estamos sirviendo de esas sutilezas para explicar, para valorar, para representar, para describir o para juzgar.

Ser un camello o ser un narcotraficante, en su acepción básica, es una expresión que designa una misma ocupación, o labor, o profesión. Aunque en realidad no es lo mismo. No es lo mismo ganarse unos pavetes vendiendo marihuana al menudeo que dedicarse, en otra jerarquía del mismo negocio, a importar o exportar droga, o a distribuirla a gran escala dentro de un país. Esta pequeña pero gran diferencia de significado, una sutileza tan plena que, aunque casi inapreciable, implica rebasar 'el punto de no retorno' ('una línea que si la cruzas, jamás puedes volver atrás'). O quedarse en el camino, en el ansia por llegar a cruzar esa línea.

El dinero y la opulencia; la cárcel y la ruina. La vida, la felicidad; la muerte, la desolación. La amistad, la traición. El amor o la soledad. La lealtad, la traición. La reputación, el respeto, el prestigio, el temor. La maquinación. El asesinato. La sangre.

Diferencias no tan sutiles en ese Nueva York setentero callejero, pandillero y cruel narrado por el inspirador (Edwin Torres - merecen la pena seguro las novelas) y documentado con brillantez y sencillez pasmosa por Brian de Palma, serían nacer en Harlem o en el Bronx. Diferencias bastante aparentes, determinadas por la tonalidad de la piel. Por criarse más al Este o más al Oeste. Diferencias nada sutiles por las cuales un osado jovencito puertorriqueño tenga que jugarse el pellejo para poder hacer algo tan simple y cotidiano como ir desde su casa o desde su choza hasta Central Park, para poder ver unos cuantos patos chapotear en el agua de un lago artificial.

Cargándose 'a algunos, sí...'. Aunque 'no es como si un día lo decidieras y ya está, no...'. Haciendo 'lo que tienes que hacer para sobrevivir'. Llegando al 'punto de no retorno'.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Lefty
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