Cuando empecé a ver lo último de Álex de la Iglesia no tenía expectativas de ningún tipo, ni buenas ni malas. Sabía que había arrasado en el apartado técnico en los Goya, pero seamos sinceros, en nuestro cine de efectos especiales andamos más bien escasos así que tampoco hace falta ser Steven Spielberg para ser laureado en este apartado. Pese a esto, al César lo que es del César, está todo (o casi) muy bien logrado, sin embargo los apartados técnicos no lo son todo y es que sin un guión consistente se pueden quedar en nada. Me dio la sensación de que Álex de la Iglesia quiso pegar un pelotazo en los premios del cine español llevándose todo a golpe de ordenador y no supo llevarlo bien del todo, se le hicieron los ojos chiribitas con el dinero de la Universal Pictures.

La película comienza genial, con una original propuesta y unas conversaciones bastante graciosas, en especial el tramo del viaje en coche hacia el norte en la que sin duda sorprende la actuación de un buen Mario Casas, quien por fin sale del mismo papel de siempre y consigue que me crea su interpretación. La ambientación y el ritmo durante buena parte del film es muy atractivo y entretenido, creando una atmósfera que envuelve al espectador, sin embargo todo se va al traste cuando los protagonistas son secuestrados por las brujas. A partir de ahí la película entra en una tremenda cuesta abajo sin frenos con un cúmulo de despropósitos, justamente es en esta parte cuando entran en escena los efectos especiales y el buen guión que había hasta el momento se va al traste. El momento en el que el personaje de Carolina Bang se enfada con el de Hugo Silva supone una demostración gratuita de efectos especiales por parte de Álex de la Iglesia sin necesidad ninguna de ellos, a la criatura del final (representada en la Venus de Willendorf) le ocurre lo mismo que a la anterior escena puesto que es absurda y no pinta nada y, para terminar, la escena en el teatro del colegio es bastante patética.

Un apunte antes de terminar, las actuaciones son más que correctas en todos los casos, pero me llama la atención ese Goya a mejor actriz secundaria de Terele Pávez. No es que ella lo haga mal, que lo hace genial, simplemente su personaje no tiene un peso tan importante en la película como para ser galardonado. De modo que a mi entender el premio es más un reconocimiento a su carrera que a su interpretación como bruja.

En definitiva, película de recomendable visionado para echar el rato que finalmente dejar un sabor agridulce por lo bien llevada que está en su primera mitad y la debacle que ocurre en la segunda.

Nota final: 5,7