Aquí tenemos la otra Francia, la Francia real, en la que no sale una parejita feliz besándose bajo la torre Eiffel ni burgueses bebiendo buen vino mientras debaten sobre relevantes cuestiones filosóficas, una Francia llena de opulencia y marginalidad, de desesperación y angustia, la otra cara de la moneda que se barre bajo la alfombra para que nadie pueda verla ni oírla pero que hasta los países mas prósperos sufren.

Una película extremadamente pesimista con un protagonista que solo encuentra a su alrededor apatía, rechazo e incomprensión, se podría decir que se encuentra en las antípodas de Amelie, desprende rabia y odio por los cuatro costados maldiciendo su existencia y la de todos los que lo rodean, sin embargo y a diferencia de la azucarada señorita de Jeunet, es inevitable sentir cierta empatía hacia esta persona (su forma de pensar, no sus acciones) que mediante reflexiones en voz en off, argumenta en muchas ocasiones penosas verdades como puños que desmenuzan todas las vergüenzas de un país que presume de ser el mas prospero del mundo, algo desolador y consolador a partes iguales.

El film resulta incluso repugnante en ciertos momentos por su crudeza, por la credibilidad de su protagonista, un carnicero en paro que esta tan hastiado de la vida que no vacila en golpear la barriga de su mujer con su hijo dentro o coger un arma y volarle la cabeza a alguien. Cuenta con un montaje curioso y chocante que también transmite mucha violencia, Bang!.Violencia que tanto gusta a Gaspar Noé, un director argentino afincado en Francia que esta lejos de ser polémico al uso pero que ciertamente se gana esa fama a pulso, sin embargo talento no le falta y para atestiguarlo tenemos buenas obras como Enter the Void, irreversible o esta potente Solo contra todos.

No apta para toda la familia, tampoco para personas sensibles que piensen que la vida es una nube de color de rosa. Buena.