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España España · MADRID
Voto de PSG:
6
Ciencia ficción. Romance. Drama En un futuro cercano, Theodore, un hombre solitario a punto de divorciarse que trabaja en una empresa como escritor de cartas para terceras personas, compra un día un nuevo sistema operativo basado en el modelo de Inteligencia Artificial, diseñado para satisfacer todas las necesidades del usuario. Para su sorpresa, se crea una relación romántica entre él y Samantha, la voz femenina de ese sistema operativo. (FILMAFFINITY)
13 de agosto de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No hay duda de que HER tiene muchísimos elementos de valor: la magnífica actuación de Phoenix, la engatusadora voz de la OS Samantha, cierta modernidad —no lejana en el tiempo— que nos informa muy bien de un «nuevo» modo de interactuar a distancia, con la capacidad que ello conlleva de convertir a los sentimientos en ilusiones —tal y como pasa hoy, que gente solitaria reúne 2300 amigos irreales en Facebook—… Si bien, tampoco podemos pasar por alto algunos pequeños talones de Aquiles, como por ejemplo el haber reclutado a Amy Adams —una verdadera maestra de la expresividad facial de las emociones— para un papel de escaso o muy sencillo dramatismo.
Pero el verdadero problema de HER es este: las historias se basan en el tránsito. Esto es, partimos de unos personajes en una situación y llegamos a otra final con algunas modificaciones de relevancia para todos o para algunos. Normalmente, el mecanismo para llevar adelante el tránsito es la creación de un conflicto. Por ejemplo: ¿podría un hombre aquejado de repente por una grave enfermedad, la cual cambia su estatus dentro de su comunidad, superarla y salir incluso reforzado? Este es el conflicto central de DALLAS BUYERS CLUB, ¿no? El conflicto es el modo por completo mayoritario de acometer ese tránsito del cual les hablaba más arriba. Pero, a veces, el conflicto o no existe o es de muy baja intensidad. Entonces ese tránsito no supone sino un mero discurrir de la acción. Podemos ver un ejemplo de esto en la película francesa INTOCABLE. Aparece un asistente negro de los suburbios y hace que un rico tetrapléjico se lo pase mejor e incluso se anime a hacer valer su mayor activo: su cerebro. HER va en esta línea, y no se puede dudar de que narrativamente resulta una opción más valiente y más elegante, pero tropieza aquí: la acción no avanza, no debidamente, se trata muchas veces de un bucle al que en cada vuelta se añade un detalle. El final se basa en un detalle por completo creíble, pero que carece de antecedentes en la historia, así que tendrá detractores y defensores, todos legítimos. Pero, sobre todo —y esto suele ser ruinoso para una cinta—, a cierta altura de la película, te das cuenta de que no vas con nadie; te da igual: lo que le pase a Phoenix, las particularidades emotivo-aprendidas de Samantha, el drama de pareja metido con calzador de Amy Adams… La película tiene mil brillos meritorios; pero carece de cielo donde ubicar todas esas estrellas. Por eso el largometraje es bueno, pero no maestro. Una de las mejores pruebas de que el cine consiste en un puente (amoral si es necesario) de empatía con el espectador es esta: en la trilogía de EL PADRINO, vamos con Don Vitto Corleone, ahí es nada…
PSG
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