Estamos ante uno de esos “rara avis” que crecen con los años y que pronto se perpetuará como un clásico del cine de ciencia ficción sino lo es ya.
Paul Verhoeven desafiante como siempre, cínico y pasadísimo de rosca como todo su cine, desempolva un relato del genio de la literatura Philip K. Dick y nos lleva en un auténtico tour de force de un lado a otro durante 2 horas mágicas como si de una montaña rusa se tratara, sin tiempo a que puedas pestañear. El ritmo que impone Verhoeven a la película es tremendamente alto.
La fineza y la sutileza no se encuentran en el vocabulario de este director y Desafío Total no es una excepción, por el contrario Verhoeven inunda la pantalla de secuencias desafiantes y violentas que harán las delicias de los seguidores de Schwaze, pero también encontramos personajes antológicos, una dirección artística soberbia, unos efectos visuales fascinantes (más aún en el año en que se hizo), y sobre todo un ritmo que jamás decae y que te mantiene pegado en la butaca hasta los títulos de crédito. Amén de un guión sólido que esconde mucho más de lo que aparenta y que teje con absoluta destreza todos los hilos que conforma la película con inesperados giros sorpresa. Desafío Total rompía con los tonos sombríos y apagados que habían predominado en la ciencia ficción y en todo el cine de los años 80 e inundaba la pantalla de colorido y luminosidad. Y colocaba encima del tapete la mejor interpretación de un Schwarzenegger que aquí se mueve como pez en el agua. Le acompañan Sharon Stone en un papel hecho a su medida (bella sensual y arpía) y Michael Ironside uno de los eternos secundarios del cine americano. Es imposible no mencionar que además, la película contiene una B.S.O soberbia a cargo de Jerry Goldsmith conocida a estas alturas por todo el mundo.
Gran cine con mayúsculas, tremendamente infravalorado que ha crecido con los años, y sobre todo, muy, muy entretenido.