El gran deudor del cine policiaco de los 90 llega a esta década en mejor forma que nunca. Atrás quedaron la excelente Seven y la increíble y subversiva el Club de la Lucha. Y por ende, parece que también se quedo atrás el Fincher posmoderno. Aunque es posible que solo lo parezca. La demostración que hace detrás de la cámara con Zodiac es para quitarse el sombrero, clase magistral para iniciados y expertos en el tema. Todo desprende un halo clásico a cine de los 70 hecho para más inri con lo último en tecnólogía. La factura técnica de la película es impecable y pocas películas pueden presentar una fotografía y ambientación tan depurada y cuidada como esta.
Pero es en el guión donde Fincher fuerza la máquina, y quizás el único defecto del film, aunque no necesariamente a de ser un defecto es que fuerza la máquina hacia todos los lados, el suyo propio pero también el de el espectador que se verá retado continuamente a componer un cuadro policiaco tan complejo como en la vida real. Sin concesiones, exigiéndole un esfuerzo extra a lo habitual. No le ofrece tiempo para respirar, no se preocupa en el espectador habituado a tiempos de acción y efectismo mucho más concurrentes. Aquí Fincher hace la máxima de: "Todo premio ha de suponer un esfuerzo". Si asumes el esfuerzo que has de hacer como espectador el resultado es más que satisfactorio, es brillante. Y el premio haber visto una de las mejores, originales y sobre todo inteligente película de suspense en muchos años.
Pero también fuerza la máquina hacia el mismo, imponiéndose una meta tremendamente trabajosa. Si Truman Capote intentó conseguir la primera novela policiaca objetiva de la historia con "A Sangre Fría", Fincher se ha autoimpuesto el verismo como ética propia. Al haber visto el film no puedo dejar de pensar en los meses y meses de preproducción que ha llevado hacer esta película. El despliegue de documentación y análisis del suceso real que se presenta, es abrumador, e hicieron falta más de 10.000 documentos prestados por la policía, los periodistas y demás personas para componer el relato.
Para la ambientación también se hizo un despliegue enorme. No sólo ha dispuesto la ambientación tal y como era en el San Francisco de los 70, sino que ha rodado en los mismos lugares donde ocurrieron los hechos. Logrando un cuadro compositivo demoledor por lo extenso, cuidado y exigiente que es. Es posible que a diferencia de Capote, Fincher si halla conseguido su propósito.
Fincher ha vuelto a hacer lo que parecía imposible se ha vuelto a desmarcar del cine actual (del cual el mismo es protagonista por sus anteriores películas), para ofrecer una dosis de brillantez propia de un genio y para demostrar por segunda vez en su carrera que nadie como él domina el cine policiaco en la actualidad.