Si algo ha quedado claro a lo largo de estos años con las películas Marvel, es que la siguiente puede ser mejor y más grande que la anterior. Lejos quedó aquella costumbre de que las segundas partes nunca fueron buenas. Ahora “Dr. Strange” deja el listón muy alto para ser una primera entrega prometiendo echar más madera a este tipo de sagas.

La película se incluye dentro del monumental plan de Marvel para asentar a todos sus protagonistas en una línea temporal coherente, y “Dr. Strange” aporta su grano de arena para que esto ocurra. Llega justo a tiempo para entrar en la nueva entrega de “Thor” o de “Los vengadores”, en las que será clave en la medida en la que los demás le dejen, pero seguramente importante para las aventuras. Esta película sirve de presentación del personaje como han tenido todos antes, y lo hace a lo grande, con un espectáculo visual muy atractivo y original. Desde ese punto de vista, las secuencias de acción son brillantes, con un mundo propio interesante y unas persecuciones muy entretenidas; desde el punto de vista narrativo, el guion se esfuerza por crear un punto de partida sólido de un personaje arrogante y déspota que más tarde tendrá que buscar redención en algo que va más allá de su entendimiento. Desde el comienzo, “Dr. Strange” construye esta base con las emociones del personaje y poco a poco muestra ese desarrollo que convierte al doctor, con todas sus aristas y peculiaridades. Como siempre Marvel tiene un inicio rompedor que pega al asiento al espectador, y que adentra en la historia nada más empezar.

Para el personaje principal el elegido ha sido Cumberbatch, y no parece casualidad. Sus interpretaciones como Sherlock (casi icónica ya) o en películas como “Descifrando Enigma” o “12 años de esclavitud” le convierten en un actor todoterreno, de esos en los que confiar en los momentos calientes. Una apuesta segura no sólo para la película, que se asegura un actor carismático, sino también para él, que tendrá muchas entregas para lucirse. Precisamente el carisma era muy necesario en este personaje, y Benedict cumple de sobra con ese altivo doctor que tras un accidente debe renovar sus creencias. A su lado McAdams, que no tiene mucho protagonismo, y Ejiofor se unen a la acción sabiendo que todo gira en torno al protagonista, algo inevitable. Por poner algún pero, seguramente se esperaba más del malvado de turno, un Mikkelsen que no tiene la fuerza necesaria para hacer frente a un Strange que aprende rápidamente y se siente superior.

Una piedra más en el camino de Marvel, pero no una piedra cualquiera, sino una angular para disfrutar de un personaje carismático en una película muy imaginativa, que mantiene el pulso desde que lo inicia con un ritmo alto. Una ambiciosa propuesta en la que se mantiene el sello de la marca pero que se aleja algo de las demás películas de superhéroes para entrar de lleno en un terreno místico con múltiples universos y que puede presumir de un desenlace muy original e ingenioso. Si además Cumberbatch se entrega en cuerpo y alma, poco más se puede pedir.