Perdiendo el norte tiene ingredientes parecidos a Ocho apellidos vascos, como el tema de la raza y cultura, solo que aquí salimos de España y tratamos el tema del paro y el trabajo. Algunas pullitas al gobierno español no están de más aunque metamos el amor de por medio. Muchos gags son muy agradables y aunque haya un exceso de tópicos y situaciones tan descabelladas como poco creíbles, resulta graciosa y divertida y ante todo entretenida algo que últimamente el cine español no termina de alcanzar sin llegar al ridículo. Los personajes secundarios funcionan y aunque no estén al nivel de Karra Elejalde y Carmen Machi ni Yon González esté a la altura del carisma de Dani Rovira si resulta agradable y al menos Blanca Suárez aparte de su atractivo es más expresiva que la sobrevalorada Clara Lago. No es una maravilla pero al igual que Las ovejas no pierden el tren tratan temas que duelen como incluso las enfermedades aunque en esta sea un déficit la manera de tratar a José Sacristán. No hay actuaciones de Goya ni será una cinta para el recuerdo más allá de la buena taquilla que se ha sacado este año. Un popurrí de tópicos y diversión que aun siendo previsible resulta agradable de ver y no abusa de lo obsceno como hacen otras comedias que se resumen en sexo y poco más. Aquí hay algo más de sustancia aunque tampoco sea nada del otro mundo, para pasar un rato en familia cumple que es lo esencial y me he reído nivel Ocho apellidos vascos aunque esa sea más famosa y efectiva en sus gags. Interesante.