Han pasado ya siete añitos desde que Roland Emmerich destruyó el mundo por última vez con la divertida 2012. Posteriormente ha pasado por el cine de acción puro y duro con Asalto al poder, el tostonazo de Shakespeare Anonymous y el orgullo gay con Stonewall. Ahora vuelve al terreno que le dio la taquilla y el renombre en términos de destrucción y espectáculo porque está claro que es un director que ni a crítica y público gustan pero curiosamente siempre saca unos cuantos millones de dólares, valga la redundancia, quizás no es solo la gente de redes sociales la que pone a caldo sino que la que no las tienen son los que disfrutan con este cine y yo aún sin conocerlos. 20 años después, la trama nos sitúa actualmente pero con unas máquinas de la leche y un avance en la tecnología impresionante tanto que ir a la Luna está chupado. No tenemos a Will Smith que tampoco es que hiciera un papelón en la anterior pero su carisma estaba presente, cosa que aquí con Hemsworth no está aunque tiene un momentazo muy desternillante. Aquí las nuevas incorporaciones cumplen pero no destacan, en todo caso Maika Monroe en el último acto pero la nostalgia y la emoción vienen de los pesos pesados, Jeff Goldblum y Bill Pullman, son los que aportan la emotividad y épica patriótica de los EEUU, sobretodo este último quien ya me emocionó en la anterior y vuelve a hacerlo en esta. Emmerich sigue con sus personajes secundarios estúpidos marca de la casa, con subtramas absurdas y sentimentaloides que harán vomitar a los más puretas. No es un peliculón pero la cinta da lo que promete, una serie de verborreas presentando a personajes en su primera hora, para dar paso a un espectáculo destructivo sin límites en la segunda hora. Se adapta bien, se vale de los guiños y es más grande, abarca mas e impresiona mas en el apartado visual de los extraterrestres quien ya pasamos a algo superior y algo más que unas simples naves, el contacto físico y bélico. La banda sonora cumple sin destacar aunque los créditos finales con la fanfarria original de David Arnold versionada por Kloser resulta sensacional. Una cinta muy entretenida que deleitará a los fans de la primera y a los que disfrutan del cine de Emmerich y saben lo que van a ver. Si no te gusta ni te acerques porque la peli no te da nada nuevo pero te hace revivir buenos momentos del género y sobretodo disfrutar durante dos horas con un clímax verdaderamente sin sentido pero emocionante. No hablemos del tema autobús que nos enfadamos. Buena.