Ya desde que ví el trailer hará unos meses en internet me interesó, ya desde entonces que tenía ganas de verla hasta hoy. El caso es que ha cumplido con mis expectativas. En el espíritu de disparatadas cintas como Resacón en Las Vegas, American Pie o Project X, los guionistas de, curiosamente Resacón en Las Vegas, Jon Lucas y Scott Moore nos traen este film, esa especie de Resacón universitario. Miles Teller (visto en el remake de Footloose y en la mencionada Project X) es Miller y Skylar Astin (Dando la nota junto a Anna Kendrick) es Casey, y son dos amigos universitarios que quieren montar una noche de marcha para su amigo Jeff Chang, ya que ha cumplido los 21. La noche antes de tener una entrevista para una facultad de medicina se lo quieren llevar de farra. Supongo que sabréis que en Estados Unidos la edad para beber permitida es a los 21, así que la marcha, despiporre, o cómo lo queráis llamar, está más que asegurado. Los tres vivirán varias aventuras, bastante alocadas. Líos e inequívocos de hermandades, venganzas, chicas guapas que no podían faltar, como tampoco la chica de la película, Nicole interpretada por Sarah Wright. El objeto de deseo del personaje de Casey. Todo muy tierno, oye. Puede contener algunos tópicos de este género, pero ¿qué quéreis que os diga? Me lo he pasado muy bien, más de hora y media de lo más distraída. Eso sí, ha habido alguna que otra secuencia algo asquerosa, escatológica con un toro mecánico de por medio, que creo que no han sabido parar a tiempo, deberían haberla acortado, pero se ha salvado gracias a las grandes e hilarantes movidas que se pueden montar durante una noche.
En la parte de la música, me quedaría, aparte de con score compuesto por Lyle Workman (el compositor de Supersalidos y Virgen a los 40, entre otras), con la canción que se escucha minutos antes del notable final y de los créditos finales, Young Blood de The Naked and Famous. Muy grande.
Yo como he dicho, no me ha decepcionado, me lo he pasado genial, es lo que esperaba y puede que más. Fíjate tú. La verdad es que he salido muy satisfecho de esta experiencia. Cada vez que veo una película con universitarios montando fiestas, de marcha, es que dan ganas de pillar un vuelo a Estados Unidos, escoger una universidad al azar, inscribirse, y a probar fortuna. Seguro que me llevo una desilusión, pero ya lo habré intentado.