Un individuo lleva una vida anodina, sin éxito en el trabajo o el amor y anhelando una mejor situación. Podría ser el contexto de partida de cualquier viaje del héroe, recluido en una existencia ordinaria y tediosa a la espera de que la misión heroica con la que tanto soñaba llame a sus puertas. Pero en la película que nos ocupa, el protagonista inicia, con una sucesión de catastróficas desdichas, el camino a convertirse en el villano del siglo, con semejante patetismo estratégico y operativo que hasta cuesta colgarle la vitola de malo de la película (con una carga atractiva y carismática que no le corresponde). Todo ello, naturalmente, con hilarante resultado.

En su debut en la dirección (aparte de un episodio de Stargate Universe), Robert Carlyle, rostro icónico del cine británico de los noventa (Trainspotting, Full monty), bebe claramente de la mejor tradición de la comedia negra británica. Con una marcada influencia visual y estética de cineastas de género de estilo tan reconocible como Danny Boyle o Guy Ritchie, el escocés lleva el tono y la imagen del relato hasta los límites de lo zafio, lo histriónico y hasta lo necrófilo, sin miramientos a la hora de mostrar cuerpos descuartizados (incluso las partes más íntimas) con la mayor de las cercanías.

A su vez, un hábil guión hilvana correctamente los diferentes elementos del misterio y el crimen, dando pistas muy explícitas pero sin pecar de predecible en última instancia y calculando bien los distintos puntos de giro, tal como si estuviésemos ante el reverso cómico, chabacano y sinvergüenza de Match Point, con una lectura final sobre el destino y las desventuras del protagonista como colofón a ese trayectoria genuinamente antiheroica. Los personajes se sitúan en tal nivel de histrionismo que rozan lo caricaturesco, pero siempre al servicio de la efectividad humorística de la propuesta y su consistencia descriptiva. Un exageradísimo acento escocés termina de poner la guinda a la narración, en la que el propio Carlyle y Emma Thompson se dan la réplica a las mil maravillas.

Buen debut tras las cámaras del actor, que fió esta adaptación la novela de Douglas Lindsay a dos guionistas relativamente inexpertos y que contó con una envidiable selección de intérpretes británicos de varias generaciones. Desde rostros más que consagrados como el de la citada Emma Thompson hasta iconos 'indies' como Martin Compston (Felices dieciséis), pasando por caras conocidas de la pequeña pantalla como James Cosmo (Juego de tronos) o Ashley Jensen (Extras), así como ilustres veteranos como Ray Winstone.