Visionar en pleno 2017 a un joven Miguel Bosé con música de fondo de oscuro rock progresivo en una película de terror es ciertamente un ejercicio arriesgado a la hora de intentar contextualizarlo con justicia en su época original. Esto es un mero ejemplo con el cual quiero decir que esta película, como tantas otras del género, ha envejecido mucho y mal. Y eso es señal de que la película es floja, porque cuando las películas son buenas no envejecen, o al menos se les notan menos las arrugas.
No obstante, hay que reconocer que este film tiene cosas interesantes. Afortunadamente Bosé sale lo bastante poco para que su nulidad como actor no lo arruine todo, aunque esto está casi a punto de suceder por culpa de la mala interpretación de la protagonista Jessica Harper, que en esta peli está bastante flojita. Por otra parte, la música de Goblin está bien y en algunos pasajes se puede apreciar la influencia que ejercieron en algunas buenas bandas posteriores de música oscura.
Pero el punto positivo más importante y evidente es el bonito tratamiento del color y la buena escenografía, que solo con eso seguramente harían merecedor del aprobado al film para mucha gente, pero en mi caso no puedo darle más de un 3 porque en el resto de aspectos la película naufraga claramente para mi gusto.
Los efectos especiales vistos hoy día dan risa y son meridianamente malos. El argumento es muy muy flojito y con cero imaginación, no hay intención ninguna de contar una historia decente y toda la carne en el asador se pone en la fuerza visual y sonora, que en este caso no es suficiente para que deje pasar o disculpe los numerosos puntos débiles mostrados. Muchas pelis de terror setenteras adolecen de lo mismo y unas los solventan con más eficiencia que otras, pero no puedo dejar pasar que en décadas anteriores con mucha menos tecnología se hacían películas de terror con mucho mejor resultado técnico, porque le ponían más arte, más imaginación e ingenio.
En Suspiria la imaginación brilla por su ausencia, en las formas hay que reconocerle algunas virtudes pero en el fondo hay mucho vacío, y también se echa de menos algo de sentido del humor, un ingrediente importante que salva muchas películas de terror de serie B pero que aquí también está ausente.