Una de esas pelis que dan verdadera rabia. Una idea tan interesante, convertir el tiempo en moneda de cambio, que podría dar para una disección completa de una sociedad futurista y para narrar una historia profunda e interesante, y que se queda en un blockbuster más simple que el mecanismo de un botijo.

La historia es en síntesis un Robin Hood con persecuciones y tiroteos más bien cansinos y repetitivos y sin un desenlace claro. Para lo que narra a la película le sobra media hora larga.

Los personajes son simples e incoherentes y el reparto se puede contar con los dedos de un muñón. Que el amigo Timberlake trabaje en una cadena de montaje prácticamente todo el día y de repente se transforme en un Van Damme con esteroides todavía me tiene patidifuso. Y de la prota lo único bueno que se puede decir es que está bastante rica. En cuanto a los malos, sus motivaciones y diálogos son tan interesantes que creo que me los voy a tatuar en el antebrazo.


Lo bueno:
- Ah, tienes setenta años y parece que tengas veinticinco. Que gracia.

Lo malo:
- Que me hayan convencido para verla.